Efecto cucaracha
La noticia que hace unos días publicó Grupo REFORMA titulada "Del huachicol al 'gaschicol'" mencionaba que en los primeros seis meses de este año, las tomas clandestinas de gas licuado de petróleo (LP) se han incrementado en 140 por ciento a pesar, inclusive, de que el riesgo de explosión al "picar" un ducto de gas es mucho mayor al de "picar" uno de gasolina.
Lo que esta ocurriendo era de esperarse. Debido al decidido combate al robo de gasolina emprendido por la presente administración, quienes antes se dedicaban a robar gasolina se fueron ahora tras la ordeña de gas LP, produciendo el llamado "efecto cucaracha".
Este fenómeno técnicamente conocido como "desplazamiento del delito" consiste en que los delincuentes cambien de "plaza" o migren hacia otro tipo de delitos, debido ya sea a persecuciones u operativos especiales, a la reducción de beneficios o al aumento de los riesgos para continuar con sus actividades ilícitas. Este desplazamiento puede darse de cinco distintas maneras:
1. El desplazamiento geográfico, cuando el crimen o delito en cuestión no desaparece sino simplemente se mueve de un lugar a otro (Ej: Se persiguen grupos criminales en un Estado y aparecen luego en otro)
2. Desplazamiento temporal, cuando la comisión de delitos se reduce temporalmente y regresa una vez que las condiciones cambian a favor de los delincuentes (Ej: El retiro de vigilancia especial o la eliminación o "compra" de determinados funcionarios) 3. Desplazamiento de objetivos, cuando las víctimas o blancos tradicionales son sustituidos por otros (Ej. Asaltar casas y restaurantes en lugar de bancos y joyerías) 4. Desplazamiento táctico, cuando el modus operandi utilizado cambia o se transforma (Ej. Estrategias de inteligencia criminal o tecnológica en lugar de asaltos a mano armada ) 5. Desplazamiento del tipo de crimen, cuando un determinado crimen o delito se sustituye por otro, como es el caso de cambiar el anterior robo de gasolina por el robo de gas LP.
Los desplazamientos del delito en algunos casos pueden ser positivos (menos malos diría yo), que es lo que ocurre cuando los delitos se desplazan hacia otros menos graves. Pero en otros casos el desplazamiento es negativo, es decir, que los nuevos delitos afectan a mayor número de personas o son más dañinos para la sociedad, como sería por ejemplo, pasar del robo al secuestro.
Un estudio elaborado por Stephen Town concluyó que "si se reduce el premio de la oportunidad, se reduce el crimen". La ocasión hace al ladrón dice el dicho. Es obvio. Los delincuentes profesionales son todo menos tarugos. Planean y calculan muy bien el riesgo y la relación costo-beneficio de las diferentes oportunidades delictivas. Hacen lo que se debe hacer antes de iniciar un nuevo negocio: estudios de mercado, de viabilidad y de riesgos, así como un plan "b" en caso de que las cosas salgan mal.
Al margen de consideraciones éticas, la única diferencia entre un negocio lícito y uno ilícito es que en el primero lo que se arriesga es capital y en el segundo lo que se arriesga es el pellejo.
Dado que las decisiones criminales son completamente racionales, la prevención del delito no es otra cosa que aumentar los riesgos para hacerlos incosteables.
Si lo vemos así, es mucho mas fácil pensar en medidas de prevención eficaces que le hagan más difícil la tarea al delincuente, que le aumenten los riesgos y le reduzcan los beneficios de la comisión del delito, empezando por el incentivo mayor que hoy tienen, y que es una tasa de impunidad del 98%.
Con ese nivel de impunidad es iluso esperar que un delincuente dejará su actividad delictiva y ponga un negocio lícito cuyas probabilidades de éxito son mucho menores que la de salir impune, o que obtenga un empleo honesto en el que ganará en un mes lo que se gana en un día con tan solo sacar una pistola o un cuchillo a algún transeúnte.
Mientras sea más redituable y menos riesgoso delinquir que trabajar, todos los esfuerzos para reducir la delincuencia serán vanos.
Si queremos reducir la actividad delictiva y la inseguridad que ésta provoca, necesitamos por un lado aumentar considerablemente los riesgos asociados a la comisión de delitos, y por otro hacer énfasis en la educación de los niños y jóvenes para comenzar a crear en ellos una nueva conciencia cívica mexicana, organizada desde la familia, la escuela y los barrios.
"El crimen organizado florece
en una sociedad desorganizada".
Yo