Las palabras importan

Dos eventos recientes han puesto en la discusión pública los límites a la libertad de expresión que muchos equivocadamente consideran como censura.

El primero de ellos relacionado con el evento de la semana pasada en Estados Unidos, en el que una turba motivada por el discurso incendiario del presidente Trump llevó a sus seguidores a tomar de forma violenta el Capitolio, ocasionando la muerte de cinco personas. A raíz de esto, las redes sociales, aplicando sus normas, suspendieron las cuentas del mandatario y con ello la posibilidad de que continuara difundiendo mentiras y mensajes incendiarios a través de sus plataformas.

El segundo, la medida cautelar impuesta por el Instituto Nacional Electoral (INE) al presidente López Obrador para que se abstenga de interferir desde sus conferencias de prensa (las mañaneras) a favor o en contra de actores político-electorales.

Tanto el presidente Trump como AMLO han calificado estas decisiones como censura. Sin embargo, en ambos casos las decisiones tomadas responden simple y sencillamente a la aplicación de la ley, a los límites establecidos a la libertad de expresión y a las reglas de la democracia.

Los discursos y mensajes de Trump (similares en muchos sentidos a los de AMLO) violan varios de los artículos de la Convención Americana sobre Derechos Humanos que establecen límites y controles a la libertad de expresión, sujetando el ejercicio de este derecho a varias restricciones como serían, entre otras: el respeto a los derechos o a la libertad de los demás; la protección de la seguridad nacional, el orden público, la salud y la moral públicas, así como prohibir propaganda en favor de la guerra, apologías del odio nacional, racial o religioso que constituyan incitaciones a la violencia o a la comisión de delitos.

Las palabras importan y tienen consecuencias, especialmente las pronunciadas por un Presidente. Pueden irradiar respeto, tolerancia y unidad, o burlas, división y encono. En ese sentido, por lo que las palabras inspiran o incitan a hacer, hay que verlas en sí mismas como acciones, y en muchos casos funcionan como el silbido con el que se le ordena a un perro atacar.

Ese fue el caso de Trump, por ello le suspendieron sus cuentas en las redes sociales, y por ello enfrentará ahora por segunda ocasión un juicio político para intentar destituirlo, aunque sea a unos días del final de su mandato. Su destitución sería la mejor señal para los políticos que se dicen democráticos, pero actúan como dictadores, haciendo todo lo posible para silenciar críticos, corromper la separación de poderes, y eliminar o controlar todos los organismos autónomos que los pueden llamar a cuentas.

A los que se sienten "censurados" porque un tribunal electoral aplica las leyes y reglas de la democracia, hay que recordarles que todos los derechos y libertades tienen límites, y en el caso de la medida cautelar del INE a AMLO, el objetivo no es censurar al Presidente, sino garantizar la equidad electoral, ya que hay evidencias irrefutables de que el Presidente actúa parcialmente respecto a los distintos actores políticos que buscarán puestos en la próxima elección, apartándose del "deber de neutralidad" a que está obligado como servidor público a los que se les exige ejercer sus funciones sin sesgos y sin utilizar el poder público para influir al electorado, lo cual es cosa de todos los días en sus "mañaneras", en las que se mofa de la oposición, insulta a las clases medias y altas del país, a las que despectivamente llama "fifís", califica como corruptos y culpables de la pobreza nacional a todas las personas y medios de comunicación que opinan negativamente de su gestión, o difunden hechos o datos ciertos que le son adversos.

Nadie puede ser castigado por decir la verdad, dice uno de los principios de la libertad de expresión. Si algún medio de comunicación difunde información falsa, toca a los afectados demostrar la mentira o la calumnia y reclamarlo. Pero si lo que se dice es verdad, lo único que queda es reconocer la sabiduría del dicho popular que dice: "la verdad no peca, pero incomoda".

Censurar es: ------

"Los políticos defienden la libertad
de expresión hasta que alguien
dice lo que no quieren oír".

Yo