El futuro

 

Para mí, el último debate presidencial sólo sirvió para confirmar una vez más lo que ya sabíamos: las capacidades de Anaya y Meade, las vergüenzas que causa "El Bronco", y las múltiples incapacidades de AMLO, que inconcebiblemente no son detectadas ni preocupantes para sus seguidores. Y no lo son porque para mí Morena no es un partido político, sino una especie de secta mesiánica cuyo líder es el infalible e incuestionable salvador de México.

Llevamos meses hablando de política, de candidatos y elecciones, y me pregunto ¿qué es lo que nos inquieta tanto de unas elecciones? ¿Qué es lo que nos causa tanta preocupación y desasosiego?

La respuesta la encuentro en una extraña diferencia que los humanos tenemos con los animales y en especial con los antropoides, con quienes desde el punto de vista biológico, lo único que tenemos diferente es que nuestro material genético tiene un par de cromosomas menos. Otras diferencias son anatómicas: mandíbulas distintas, posición erguida y el cerebro más grande (aunque la ventaja que esto último representa en ocasiones no sea muy notoria), y otras más que tienen que ver con la inteligencia, el comportamiento, el libre albedrío, la imaginación, el razonamiento, etcétera.
Pero hay una diferencia que casi nadie conoce, y que es la causa principal de nuestros miedos, me refiero a la capacidad que los humanos tenemos para pensar en el futuro (y en el pasado, agrego yo).

Los escenarios que con la información y con la imaginación creamos en tiempos de campañas políticas y que suponen un futuro prometedor, tranquilizan a quienes los imaginan, pero los que por el contrario, suponen un futuro amenazante, nos inquietan en diferentes maneras e intensidades.

Pero ningún escenario, sea prometedor o amenazante, es garantía de nada. El futuro en política, por más datos e información que tengamos a la mano, puede resultar contrario a lo que suponemos.

Ni siquiera las predicciones basadas en experiencias pasadas podemos darlas por ciertas.

Especular con peligros futuros inexistentes causa la misma infelicidad que rumiar con experiencias negativas pasadas.

Todos alguna vez hemos cometido errores y tomado malas decisiones. Todos hemos sido lastimados de alguna manera. Nadie tiene un pasado libre de culpas y sufrimientos. Nuestros imperfectos pasados son parte del ser humano.

Pero cuando lo que nos preocupa es el futuro, ese que hoy, por diferentes razones imaginamos amenazante, lo único que podemos hacer para cambiarlo por un futuro mejor es hacer cambios en el presente. Cambios en conductas pasadas que nos han llevado a situaciones apremiantes e injustas para muchos. Todos los demás escenarios, aunque los veamos posibles, sólo existen en nuestra imaginación.

El futuro debemos verlo sólo como consecuencia de lo que hagamos hoy y ahora, y si bien el instinto de supervivencia en ocasiones obliga a actuar de cierta manera, afortunadamente no todos estamos en modo de supervivencia, lo cual nos da márgenes de maniobra que muchos no tienen.

Para algunas personas, un lonche hoy a cambio de un voto soluciona su presente. Para otros, una promesa, aunque ésta sea mentira o utópica, trae esperanzas que borran temporalmente el miedo a un futuro incierto y a repetir experiencias negativas del pasado.

El 1 de julio tomaremos decisiones que tienen que ver con nuestro futuro. La pregunta que deberemos hacernos es si ¿votaremos por quien tenga, hoy por hoy, las capacidades para sacar a este país adelante o lo haremos con base en la ira provocada por las decepciones del pasado o con base en escenarios futuros que sólo existen en la imaginación de una persona que se autonombra redentor del pueblo?

Gane quien gane las elecciones, lo único que al final podrá modificar lo que el futuro nos depare, es lo que cada uno de nosotros haga aquí y ahora.

Respetar la ley y el orden aquí y ahora, no mañana; adoptar y conducirnos de acuerdo a códigos morales y éticos universales, aquí y ahora, no mañana.

Hacer lo correcto aquí y ahora es lo único que a mí me apacigua, y creo que es la única garantía que tenemos para asegurar un mejor futuro, porque a pesar de todo y de todos, la vida continúa.

"Pasé mas de la mitad de mi vida preocupándome por cosas que jamás iban a ocurrir".  

Winston Churchill