Espada de Damocles

El acuerdo entre México y Estados Unidos derivado de la amenaza arancelaria a las importaciones de productos mexicanos a dicho país, no es un acuerdo sano que solucione el fondo del problema migratorio a EU a través de México, sino un convenio punitivo celebrado bajo amenazas para una suspensión de aranceles temporal y condicionada.

Lo digo así porque a pesar del acuerdo logrado, y que equivocadamente liga asuntos comerciales con problemas migratorios y de derechos humanos, las amenazas de imposición de aranceles continúan.

Sugeriría al Senado de la República que, para demostrar al menos cierta dignidad, la aprobación de este acuerdo se condicione al retiro de las amenazas presentes y futuras de Trump, y así mandar el mensaje de que en el futuro México no negociará nada bajo amenazas.

Pero así como las monedas tienen dos lados, este acuerdo también los tiene y puede verse de lados distintos.

Si lo vemos como lo hizo buena parte de los ciudadanos de Estados Unidos, el diario New York Times y representantes oficiales que conocen de cerca las negociaciones, habría que aplaudirle a la delegación mexicana haber detenido la amenaza arancelaria haciendo ver acuerdos previos como nuevos.

La declaración conjunta decía que México acordó el despliegue de fuerzas de la Guardia Nacional en todo el País, dando prioridad a su frontera sur, a lo cual el Gobierno mexicano ya se había comprometido desde marzo. Por su lado Trump dijo que la pieza clave del acuerdo es la expansión de un programa que permita a quienes buscan asilo en EU permanecer en México mientras sus procesos legales se llevan a cabo, lo cual también había sido aceptado desde diciembre pasado. En todo caso el triunfo de Trump fue desde entonces.

Las estrategias de Trump ya han sido descifradas por todos. Crea crisis intencionales para luego salir como el héroe que las arregla. Primero señala y exagera posiciones; luego manda ultimátums, y con el "humo y espejos" creado (así han etiquetado sus "emergencias" nacionales) substituye políticas públicas serias, aparentando progresos sin realmente haber solucionado nada.

El triunfo de México en esta negociación debiera ser el haber detenido la imposición de aranceles con el viejo truco de "la misma gata revolcada", y que AMLO sabe utilizar, como lo hizo al cambiarle el nombre al Servicio de Administración y Enajenación de Bienes (SAE) por el de Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado (Inpuro).

El otro lado de la moneda es la percepción que hay en buena parte de los mexicanos, de que ante la amenaza arancelaria México dobló las manos, aceptó negociar bajo amenaza y en lugar de eliminarla por completo la convirtió una "espada de Damocles" que caerá sobre México en caso de incumplimiento.

Si eso no es estar doblegado, habría que redefinir muchas palabras y situaciones.
Un tuit que ha circulado en redes sociales a raíz de la celebración de AMLO en Tijuana por este acuerdo explica coloquialmente sus términos y la debilidad y sumisión del Gobierno mexicano frente a Trump:
"Celebrar el acuerdo con Estados Unidos es como celebrar que te dejaron de hacer bullying en la escuela a cambio de hacerle todos los días la tarea, cargarle sus libros y darle tu lonche al niño que te bullea".