Politización enfermiza

Todos hemos visto esos juegos de lógica que sirven para entrenar el razonamiento, que presentando una determinada secuencia numérica o de imágenes se nos pide identificar la regla implícita, anotar faltantes de la serie o descifrar su continuación, como sería encontrar el número que sigue a la secuencia geométrica (2, 4, 8, 16, 32...), o el que sigue en la famosa serie de Fibonacci ( 0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89, ...)

Hice un juego similar, pero no de lógica matemática sino de lógica social, escribiendo una serie de tan solo tres palabras para que ustedes adivinen la que sigue. Esta es la serie: México, conversación, inevitable, ...

Apostaría a que la cuarta palabra o nombre que pensaron es "política" o "López Obrador".

Quise hacer este juego para que nos demos cuenta del nivel de politización de la sociedad con el tema López Obrador, que inevitablemente surge y domina las conversaciones de todo tipo de reuniones, en unos casos para mera diversión o "chacoteo" derivado del inigualable humor mexicano, y en otros para intercambiar opiniones serias acerca del futuro del País, que unos pronostican de lluvias ligeras, otros con nubarrones y tormentas y otros con huracanes de diferentes categorías, pero nadie pronostica días soleados.

Está bien que los ciudadanos tengamos mucha más conciencia política, y estemos al pendiente de lo que el gobierno hace o deja de hacer y dejemos atrás la indiferencia o "valemadrismo" que históricamente hemos mostrado frente al quehacer político.

Pero la politización ciudadana tiene un límite. La vida no debe girar alrededor de AMLO y su 4T.

Lo que propongo no es regresar a la indiferencia del pasado, que dio lugar a la impunidad y a la corrupción, sino dejar de hablar todos los días y a todas horas de política o de López Obrador y aprendamos a separar y acotar los tiempos para ello de los momentos para convivir y trabajar en lo que a cada uno nos corresponde.

Un ensayo escrito por Antonio Medrano y titulado "La politización de la sociedad y de la vida", describe a la politización como una enfermedad contagiosa de la política que se propaga con gran facilidad infectando todo cuanto toca. Desde una perspectiva individual, la ve como el "vivir obsesivamente pendiente de lo político y de los políticos". Y eso es lo que en mi opinión nos está pasando. Hay un ansioso deseo por enterarnos de lo que pasa en la política, o de estar discutiendo y preocupándonos todo el tiempo por las teorías y acontecimientos políticos antes que por otras cosas, antes que la vida personal o familiar, antes que el crecimiento interior.

La sana política, dice el autor, la política normal y legítima está al servicio de la vida y no la vida al servicio de la política.

La politización de la sociedad está ya en niveles enfermizos, tanto así que el Presidente del Ejecutivo nos dice cómo tenemos que vivir, cuáles deben ser nuestros ideales, nuestras convicciones y hasta nuestro comportamiento moral, y si no obedecemos con todo respeto somos condenados.

A la pregunta ¿por qué es un mal la politización?, Medrano responde que lo es por el "factor pasional" que domina la política, y en el que tiene un protagonismo especial la propaganda (obscurecedora de la mente y excitadora de las peores pasiones) y los movimientos de masas (la masa es pura pasionalidad, visceral irracionalidad, vehemencia insensata).

Esta pasionalidad e irracionalidad es la que debemos detener y de la que debemos alejarnos, dejando de lado la lucha entre facciones, opiniones o intereses, que son tierra fértil para los excesos emotivos y para el aflore de los peores instintos.

Por la salud mental de los mexicanos y del propio presidente, debería éste cambiar la frecuencia de sus "conferencias mañaneras", para que su presencia en la mente ciudadana no sea cotidiana; para reducir el fanatismo y culto a la persona que se ha creado a su alrededor; para no distraernos y perder el tiempo que debemos dedicar al trabajo y responsabilidades propias, y para dejar de especular acerca de sus declaraciones e "informes" diarios, que en buena parte siguen siendo promesas y deseos, exhortaciones morales o negaciones de la realidad que lo único que generan son preocupaciones y desconfianza que nos orillan a tomar decisiones tal vez equivocadas.

"Lavar dinero es ilegal. Lavar cerebros
es inmoral".
Yo