¿Mujeres menos corruptas?

¿Mujeres menos corruptas?

Es notorio el excelente desempeño y resultados que las mujeres contratadas como agentes viales han logrado. Su actitud muestra el nivel educativo que tienen (más del 50% tiene licenciatura) y la capacitación que han recibido. Conocen la ley y la aplican, tienen la imagen y presencia necesaria para ser y representar a la autoridad, así como la fama de incorruptibles.
Ahora bien, ¿son las mujeres menos corruptas que los hombres?

Diversos estudios sociales han intentado responder esta pregunta.

Uno de ellos (Agerberg, Sundström y Wängnerud, 2014) encontró que en países donde el "buen gobierno" es la norma social, el incrementar la representación política de las mujeres favorece el apoyo a medidas legislativas que vayan de acuerdo con esa norma social, lo cual explica por qué en contextos como el europeo -donde obviamente existe corrupción, pero no es una norma social en el sentido de que no todo el mundo acepta los comportamientos corruptos- sea importante fomentar la participación de las mujeres en la lucha contra la corrupción.

Sin embargo, el mismo estudio encontró que en países donde la corrupción es la norma social, como ocurre generalmente en los menos desarrollados, las mujeres pueden ser tan corruptas como los hombres.

Una parlamentaria congoleña lo explicaba sin tapujos: "En el Congo, para sobrevivir, todos tenemos que ser un poco corruptos. (...) Ese es el sistema aquí".

Yo no tengo duda: preferiría un gobierno integrado mayoritariamente por mujeres. Y lo prefiero no porque piense que el género femenino tenga por naturaleza comportamientos éticos superiores a los de los hombres, sino porque creo que tienden a respetar las leyes y las normas sociales más que los hombres. A lo largo de la historia cada cultura ha impuesto pautas de conducta, normas y significados que delimitan y diferencian el actuar en función de la pertenencia a un determinado sexo, lo cual ha obligado a las mujeres a ser las primeras, y en muchos casos las únicas responsables del bienestar y supervivencia de los hijos y de las familias, y a entender que esa responsabilidad superior se cumple mejor cuando se respetan las leyes y normas establecidas, lo cual significa menor o nula corrupción.

Históricamente los hombres hemos tenido el rol de "proveedores" y las mujeres de "protectoras" de las familias, aunque estos roles cada vez son más intercambiables.

En ese sentido podríamos decir que los hombres nos ocupamos de las cosas y las mujeres de las personas. Y como las cosas son reemplazables y las personas no, los hombres sin mucho pensar nos damos el lujo de manipular, de "jugar" con las normas a conveniencia.

Las mujeres no se prestan fácilmente a violar las leyes porque saben que con ello se pone en riesgo el bienestar de las personas que más quieren. Saben que si pierden el trabajo, sus bienes son embargados o son encarceladas, los primeros que sufren son sus hijos.

Los hombres por lo general son (somos) más irresponsables y se atreven con mayor facilidad a participar en actos de corrupción, porque saben que si pierden el trabajo o no llegan a sus casas, sea porque se fueron de parranda o los encarcelaron, cuentan con mujeres responsables que se harán cargo de sus hijos y resolverán de alguna manera el problema.

Independientemente de lo anterior pienso que cuando las mujeres son menospreciadas, víctimas de abusos o traicionadas pueden ser mucho más malvadas que los hombres. Se mueven más en los extremos: Pueden ser las más buenas y leales o las más malas y traicioneras. Pueden amar u odiar más que nadie.

Nunca he estado de acuerdo con esa frase machista que dice que "detrás de un gran hombre hay una gran mujer", la cual hace tiempo modifiqué acuñando en su lugar una que dice: "Hay grandes mujeres a pesar de algunos hombres".

Creo que el mundo marcharía mejor si todos, seamos hombres o mujeres entendemos que violar las leyes y las normas de convivencia tarde o temprano tiene efectos negativos directos para nosotros y para nuestras familias, y que las personas debemos ser valoradas y respetadas por lo que tenemos entre las sienes y no por lo que tenemos entre las piernas.

"Ecuación de la corrupción:
 Corrupción = monopolio + discreción - rendición de cuentas".
Robert Klitgaard