Abrir o cerrar
Se entiende por dilema una situación difícil o comprometida en la que hay varias posibilidades de actuación y no se sabe o no es claro cuál de ellas conviene escoger, ya sea porque ambas son igualmente buenas o malas, o porque cada una tiene razones de peso a favor y en contra.
El término, cuyo origen grecolatino -dilemma- significa "dos premisas", es un argumento formado por dos proposiciones contrarias y disyuntivas: al conceder o negar cualquiera de ellas, queda demostrado aquello que se quería probar.
El dilema abrir o cerrar las actividades económicas en medio de una pandemia con contagios crecientes pone a los responsables de tomar la decisión en una situación imposible: abrirla pone en riesgo la vida de miles de personas y cerrarla pone en riesgo su subsistencia.
Frente a esta disyuntiva, los más pobres, los que viven al día, han dicho con razón que no les hace sentido estar vivos sin tener para comer, lo que les genera un nuevo dilema personal a resolver, independiente a cualquier decisión o recomendación oficial: o nos morimos por el coronavirus o nos morimos de hambre.
Y como sin trabajo el hambre es segura y la muerte por Covid-19 no lo es tanto, la decisión para la población más vulnerable es clara: ¡al carajo la cuarentena! Si hemos de morir será intentando sobrevivir.
Como al gobierno federal parece no importarle mucho salvar los empleos que las micros, pequeñas y medianas empresas generan y de los cuales depende la subsistencia de millones de personas, mi sugerencia y recomendación a los gobiernos estatales, lo que yo haría si en mis manos estuviera la decisión de abrir o cerrar la economía, es abrirla con estrictas y supervisadas normas.
Hacer lo que un "buen padre de familia" haría para proteger al mismo tiempo la salud, integridad física y la economía familiar cuando sus miembros pueden quedar expuestos a riesgos, derivados del trabajo o de la vida social: dar permisos para salir condicionados al cumplimiento de determinadas reglas.
Al gobierno le toca poner las condiciones mínimas para permitir que la vida económica y social continúe, y castigar severamente a quienes no las cumplan. A los ciudadanos nos toca acatar las reglas y asegurarnos de que los demás también lo hagan, y de esa manera todos, sociedad y gobierno juntos, actuemos con la sensatez, madurez y cordura que la situación amerita.
Para los que no lo sepan, el concepto de bonus pater familias (un buen padre de familia) es un criterio jurídico del derecho romano que se refiere a estándares de cuidado y cautela en el cumplimiento de las obligaciones esperables de un sujeto irreprochable.
Es el estándar de responsabilidad y prudencia que el filósofo y médico inglés John Locke (1632-1704) concibió para considerar a una persona como un "ser razonable" (a reasonable man) cuya capacidad razonadora le permite ver que el fin de toda política es la búsqueda de la felicidad.
Si la solución a esta crisis sanitaria, que a su vez ha provocado una severa crisis económica, fuese encerrarnos unas cuantas semanas, no habría nada que discutir. Se pone un toque de queda, una cuarentena obligatoria por unas cuantas semanas y listo.
Pero como el tiempo de duración de la pandemia y sus rebrotes es incierto, la solución a la vida, subsistencia y salud mental de las personas no es cerrar todo por tiempo indefinido, sino salir responsablemente a hacer nuestras actividades esenciales. Pero las nuestras, y no sólo las de la macroeconomía.
Si decidimos salir a trabajar o a divertirnos hay que ser conscientes de los riesgos de contagio que conlleva, y hacerlo como lo harían todos los que salen a enfrentar emergencias (en este caso la fuga de un virus letal): con todos los cuidados posibles, y con el equipo de protección necesario.
El gobierno debe abandonar el dilema de abrir o cerrar la economía, y hacer lo necesario para que la vida continúe en un entorno lo más seguro posible para todos. Actuar como "buen padre de familia", permitiendo salir a los ciudadanos a trabajar o divertirse, condicionado al cumplimiento de ciertas reglas y con la advertencia de que habrá supervisión estricta y castigos duros para los irresponsables.
El dilema salud o economía debe cambiarse por la convivencia de riesgos y beneficios en el mejor balance posible.
"La vida es resolver problemas.
La calidad de vida depende de la calidad
de soluciones que les encontremos".
Yo