Selva civilizada

Selva civilizada

Les comparto algo que leí hace unos días, al mismo tiempo que me enteraba y veía imágenes de la reciente balacera en las inmediaciones del centro comercial Andares y Landmark en Guadalajara, y que me puso a pensar en lo que hace la diferencia entre un animal salvaje y un hombre civilizado.

Leía que un estudiante le preguntó a la antropóloga Margaret Mead que, para ella, ¿cuál sería el primer signo de civilización en una cultura?

El estudiante esperaba que la maestra le hablara de ollas de barro, anzuelos de pesca o piedras para moler. Pero no. Ella respondió que el primer signo de civilización que vio fue en un hueso fémur roto que había sido reparado. La explicación era simple: en el reino animal, si te rompes una pierna, te mueres. No puedes correr del peligro. No puedes ir a un arroyo a tomar agua, no puedes cazar para comer. Una pierna rota te convierte en carne para las bestias que merodean, porque ningún animal que se rompe una pierna sobrevive el tiempo suficiente para que el hueso sane por sí solo.

Un fémur roto y reparado es la evidencia de que alguien se ha tomado el tiempo para ayudar a alguien que se cayó, vendar la herida, llevar a la persona a un lugar seguro y cuidarla durante su recuperación.

En suma, lo que la antropóloga dijo es que la civilización comienza cuando alguien ayuda a otro a sobrevivir una dificultad. A contrario sensu podríamos decir que en la vida salvaje todos se aprovechan de los infortunios de los demás.

Lo anterior viene a colación porque el tipo de personas que poco a poco se han ido adueñando del país, infiltrando gobiernos e imponiendo su ley son unos animales salvajes, protegidos por el líder de la manada, el "rey de la selva" (y del cash) que, además, incita todos los días a su hato a atacar impunemente a cualquiera que represente una amenaza a su poderío.

Son tantos los incidentes que a diario ocurren en el país que ya perdimos la capacidad de asombro, inclusive cuando humanos convertidos en fieras salvajes salen a cazar hombres.

Desde el punto de vista biológico, la diferencia que los humanos tenemos con los animales, y en especial con los antropoides, es que nuestro material genético tiene un par de cromosomas menos. Otras diferencias son meramente anatómicas: mandíbulas distintas, posición erguida y el cerebro más grande (aunque la ventaja que esto último representa en ocasiones no sea muy notoria), y otras más que tienen que ver con la inteligencia, el comportamiento, el libre albedrío, la imaginación, el razonamiento, etcétera.

Sin embargo, en la "selva civilizada" en la que vivimos y que llamamos ciudad, las principales diferencias entre las especies de habitantes no son biológicas o genéticas, son de clases, de bandos o ideológicas. Los humanos nos matamos entre nosotros mismos por pensar o ser diferentes, por creer en un dios o por no creer en ninguno, por pertenecer a otro equipo o a otro partido, por envidias, por celos y, últimamente, por meras e insanas ambiciones de dinero y poder.

Pero hay una diferencia entre los animales y los humanos que casi nadie conoce y que es la capacidad que tenemos para pensar en el futuro (causa principal de nuestros miedos).

Sin embargo, para los criminales y corruptos que resuelven las cosas a balazos o propician o toleran la violencia, el futuro es cortoplacista. Viven y piensan como cualquier animal, un día a la vez, por la simple y sencilla razón de que mañana pueden estar muertos.

Muchos afirman que el futuro como tal no existe, y que debemos enfocarnos solo en el presente. En cierta manera tienen razón. Empero, yo creo que lo importante no es discutir su existencia, sino entenderlo como una posibilidad (de lo que puede ser o no ser) o como las consecuencias favorables o amenazantes que nuestras acciones tendrán para nosotros mismos, para nuestras familias y para la sociedad en general a mediano o largo plazo.

Pensar en el futuro es una cualidad humana superior que brinda oportunidades de cambio y sirve para no continuar, como lo planteó el escritor de ciencia ficción Stanislaw Lem, "viviendo empantanados en este presente que no es otra cosa que una acumulación caprichosa, resumida y desgastada del pasado".

"Mientras más futuro veamos más humanos seremos".

Yo