Conejo Malo (Bad Bunny)

Conejo Malo (Bad Bunny)

Hace muchos años me referí en este mismo espacio a una canción llamada "Aserejé" que se había hecho famosa con un ininteligible estribillo que decía así: "Aserejé ja de jé dejebe tu de jebere sebiunouva majabi an de bugui an de buididipi". Y me preguntaba, ¿por qué una canción que no dice nada, acompañada de una coreografía, se vuelve un éxito y es cantada y bailada por todos?

Buscando respuestas en ese entonces encontré lo que, de manera natural, y a través de mis frustrantes incursiones en la música ya intuía yo: "Los sistemas musicales están íntimamente relacionados con la capacidad afectivo-cognitiva del ser humano, y pueden inclusive llegar a producir estados de trance extático (éxtasis) que tienen que ver no sólo con las formas musicales o rítmicas, sino además con factores que involucran movimientos corporales y sexuales, y hasta experiencias religiosas".

Bueno, pues aquel éxito musical basado en un estúpido sonsonete es nada comparado con el inconcebible éxito y basura de letras escritas por el fenómeno mercadológico conocido como Bad Bunny (Conejo Malo), al que no puedo llamar ni cantante, ni músico, ni nada que se le parezca, pero que nos guste o no, es el "artista" más escuchado en Spotify con un total hasta ayer de 8 mil 300 millones de reproducciones, con 42.7 millones de seguidores en Instagram y 27.6 millones en Tik Tok.

Y me apena decirles, estimados lectores, que seguramente entre todos esos millones de escuchas están muchos de sus hijos e hijas, que cantan, bailan y repiten las letras de sus canciones sin saber ni entender a cabalidad lo que dicen e implican.

Para los que nunca las han escuchado, a continuación les muestro, como ejemplo, una parte de la letra del último álbum de este, para mí, imbécil remedo de artista, titulado "Baticano" (hasta pena me da escribirla):
 
Tal vez mi música no sea sana / Pero yo no me inventé el sexo ni la marihuana.

Pa'l carajo los que me critican / Aquí to's fornican, la mesera y el que predica.

Acho, mami, está' bien rica / Envíame fotito' de la Young Mika / Que me tiene overthinkin'.

La noche se puso kinky / Tres deo' en el toto, en el culo, el pinky.

Las moña' violeta como Tinky Winky.

Una nalgada y la dejo como Po, ey /
 
Le doy por donde hace pipi, por donde hace popo.

Millones de niñas y mujeres que admiran y siguen a este imbécil cantan y corean su colección de mugre y narrativas vulgares, sin darse cuenta que se colocan ellas mismas en posición de ser meros objetos sexuales al servicio y para el placer de otro tanto de millones de machos que también las cantan, ya sea porque riman y se acompañan de un ritmo pegajoso, "sabroso" o porque lo soez, lo bajo y ordinario los hace sentir a ellos más "hombres" y a ellas más "liberales".

Escribo al respecto no para censurar, sino porque veo en estos éxitos pseudomusicales la oportunidad para hablar con nuestros hijos e hijas de sexo consentido, de respeto, de misoginia, de machismo y de las sutilezas y dulzuras en las relaciones amorosas versus el lado obscuro, grotesco, y sucio de la vida.

Lo importante no es censurar o impedir que los niños y jóvenes vean y oigan de todo (lo cual además hoy es algo imposible) sino que sepan qué hacer y qué pensar con lo que ven y oyen, especialmente cuando se trata de adolescentes que comienzan a descubrir el mundo.

Este fenómeno socio-cultural-mercadoténico ha sido para mí y mi familia la oportunidad para hablar en serio de muchas cosas: de géneros musicales y la diferencia entre arte y mercadotecnia; de la diferencia entre amor y sexo, de la igualdad de género, de libertades y de los derechos que cada uno de nosotros tiene para ser, creer y pensar como a cada quien le parezca, pero sabiendo que todos esos derechos y libertades tienen reglas y límites que en unos casos encontramos en el respeto a los derechos ajenos, en los escrúpulos, la moral, la decencia y la propia conciencia, y en otros, en las consecuencias que nuestras palabras y nuestros actos tienen para nosotros mismos y para la sociedad en general.

En suma diría que Bad Bunny es la oportunidad para hablar y definir la clase de vida que queremos llevar y la clase de personas que queremos ser.

"No todo lo que se puede hacer se debe hacer".

Yo