Ciudadanos necios
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Releía las estrofas del famoso poema Redondillas de Sor Juana Inés de la Cruz que explica (¿o justifica?) la infidelidad o ligereza de algunas mujeres, culpando a los hombres necios por ello, cuando asocié la liviandad reclamada a las mujeres por los mismos hombres que las incitan, a la corrupción de los ciudadanos que la estimulan y participan de ella y luego por otro lado, muy dignos, exigen erradicarla. Si en ese poema cambiamos los sujetos a los que Sor Juana hace referencia, para en lugar de hablar de hombres necios que incitan al mal y mujeres livianas que aceptan sus desvergonzadas propuestas, hablar de ciudadanos y políticos omisos o corruptos, que proponen y acceden a toda clase de acuerdos y transacciones ilegales, o que habiendo guardado silencio cómplice luego se acusan y reclaman entre sí, podemos ver una poética descripción de la dinámica de favores y contubernios que a diario vemos, y de los hipócritas "golpes de pecho" que políticos por un lado y ciudadanos por otro, nos damos al hablar de y reclamar la corrupción e impunidad a nuestro alrededor. Así como Sor Juana en sus estrofas hace ver cómo los hombres tachan de ingratas a las mujeres recatadas que resisten sus incitaciones, o de ligeras, livianas o fáciles a las que finalmente acceden a ellas, si un político se niega a hacer un favor, el ciudadano desfavorecido invariablemente lo tachará de corrupto, pues la negativa sólo puede significar que quiere dinero. En los términos de Sor Juana, el político difícil sería el ingrato, y el fácil el corrupto; el ciudadano sería el hombre necio que incita a la corrupción para luego de consumarla reclamar la indecencia y darse golpes de pecho.

Y visto del otro lado sería el político quien se pone difícil negando u obstaculizando lo que debe dar, proponiendo soluciones económicas por debajo de la mesa que de no aceptarse se convierten en amenazas y extorsiones, tachando él ahora de ingrato, al ciudadano recatado.

Habiendo hecha la anterior asociación de ideas me di a la tarea de adaptar las estrofas de este poema de Sor Juana al contexto de la corrupción imperante en México y la exculpación y justificación recíproca de corruptos y corruptores, de seducidos y seductores, cuando todos los días unos tratan de endulzar el oído del otro con palabras bonitas, promesas huecas para acceder al poder y convencerse mutuamente de aceptar relaciones ilegales y faltas de ética. En respeto a la memoria de Sor Juana, y ante la imposibilidad de pedir su autorización para ello, hago esta adaptación con la seguridad que siento de que si viviera, entendería y aprobaría la extrapolación que hago de sus ideas al ámbito de la corrupción. Dicho lo anterior, y sin mas preámbulo aquí algunas de las estrofas adaptadas:  Ciudadanos necios que acusáis / a los políticos sin razón, / sin ver que sois la ocasión / de lo mismo que culpáis; si con ansia sin igual / solicitáis su desdén, / ¿por qué queréis que obren bien / si los incitáis al mal?

Combatís su resistencia / y luego, con gravedad, / decís que fue ruindad / lo que hizo la diligencia. ¿Qué humor puede ser más raro / que el que, falto de consejo, / él mismo empaña el espejo, / y siente que no esté claro? Con el favor y el desdén / tenéis condición igual, / quejándoos, si os tratan mal, / burlándoos, si os tratan bien. Opinión, ninguna gana; / si no os hace el favor, es ingrato, / y si os los hace, es corrupto. ¿Pues cómo ha de estar templado / el oficial que vuestro amor pretende, / si el que es ingrato agrede, / y el que es fácil, ofende? Dan vuestras sentencias penas / a sus libertades alas, / y después de hacerlas malas, / las queréis hallar buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido / en una profesión errada: / el político que cae de rogada, / o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar, / aunque cualquiera mal haga: / el político que peca por la paga, / o el ciudadano que paga por pecar? Pues ¿para qué os espantáis / de la culpa que tenéis? / Quered a los políticos cual los hacéis / o hacedlos cual los buscáis. Dejad de solicitar favores, / y después, con más razón, / podréis acusar la afición / del que os fuere a rogar. Bien con muchas armas fundo, / que en promesas de campaña y ambiciones ciudadanas / juntáis diablo, carne y mundo. "Corruptos los hacéis impolutos los queréis". Sor Juana Inés de la Cruz