Guadalajara, Guadalajara

Guadalajara, Guadalajara
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Cuando una cosa no sale bien, lo que hay que hacer es reconocerlo y hacerla de nuevo, identificando antes las causas del fracaso para no repetirlas. Toda mi vida adulta he estado involucrado en asuntos de diseño, de análisis de alternativas y desarrollo de ideas que pasan de la mente al papel (ahora a las pantallas) y del papel a la realidad, y he comprobado una y otra vez que para que un proyecto malo se lleve a cabo se necesitan al menos dos cosas: un arquitecto o diseñador que lo proponga y un cliente que lo acepte.

Si una de las dos partes involucradas en el proceso es capaz, las cosas no pueden salir mal.

Muchos no lo saben, pero hace unos meses fue presentada la marca ciudad "Guadalajara Guadalajara", con la finalidad de promocionar y posicionar a la metrópoli internacionalmente, la cual -según la información publicada- fue desarrollada por "talento local" y no se pagó un solo centavo por ella.

Cuando me enteré de esto, entendí el porqué del pobre resultado.

En este caso, las dos partes involucradas fallaron: el diseñador que propuso esta equivocada, complicada y antiestética marca ciudad y el cliente, es decir, el Municipio que la aceptó.

Quienes defiendan la calidad conceptual y de diseño de esta marca ciudad no deben preocuparse, ya que siempre podrán escudarse en la trillada frase que normalmente se utiliza para defender malos diseños, y que dice que "en gustos se rompen géneros", como si las críticas a la marca "Guadalajara Guadalajara" fueran cuestión de gustos.

En materia de diseño profesional las cosas no son así de simples: una cosa es el gusto y otra muy distinta los fundamentos, fortaleza intelectual y viabilidad pragmática, el rationale que hay detrás de un concepto de diseño y que nada tiene que ver con gustos.

Entiendo la intención de utilizar como fuente de inspiración para la imagen y marca de Guadalajara sus tradiciones, sin embargo el resultado es pobre y fallido en muchos aspectos: para empezar la canción "Guadalajara", de Pepe Guízar, nos remonta a un Guadalajara estereotipado y campirano del pasado, entendible sólo para quienes la han escuchado y conocen su letra; el diseño gráfico de la marca estéticamente no es malo, sino lo que le sigue; y si para nosotros es difícil articular el trabalenguas que significa pronunciar dos veces seguidas Guadalajara, para un extranjero, además de que no le dice nada, es impronunciable.

Creo que quienes evaluaron y aprobaron esta marca se dejaron llevar por el folclor tapatío, que si bien es parte importante de nuestras tradiciones, impide instalar a Guadalajara en el contexto mundial como una metrópoli moderna y cosmopolita. En el tenor de la canción de Pepe Guízar diría que "la lluvia desde la loma no los dejó ir ni a Zapopan".

Toni Puig, conocido como el "gurú" de las ciudades y uno de los constructores de la marca Barcelona, se dijo decepcionado ante la marca ciudad "Guadalajara Guadalajara" y calificó la propuesta como un verdadero desastre.

La marca de una ciudad no es sólo un logotipo bonito para vender llaveritos y souvenirs: "la marca de una ciudad es una oportunidad para reinventarla, desde sus pluralidades, para dotarla de voz propia, desde un valor de marca ética que nos una y potencie, superando el pasado y el presente de excusas, mediocridades, miopías, partidismos, autismos, impotencias, gobiernos tecnócratas y organizaciones civiles sin visión de ciudad en avance".

Ojalá y el Gobierno municipal reconozca el error e inicie de nueva cuenta la buena idea de crear una marca ciudad que nos identifique y nos muestre al mundo como los ciudadanos talentosos y creativos que somos, pues resulta contradictorio que por un lado se pretenda posicionar a Guadalajara como una ciudad creativa y digital, y por otro se nos presente como una ciudad con "alma de provinciana", de "olorosos jarritos" y de "tierra mojada", nociones que hoy en día son sinónimo de retraso, pobreza y subdesarrollo.

La marca Guadalajara Guadalajara es para mí un romanticismo anacrónico que no refleja lo que somos ni lo que queremos ser, y nos presenta como un rancho grande, no como una ciudad; como una comunidad de artesanos, mas no de artistas; de albureros, mas no de poetas.

"Nada que ver I love NY y Frank Sinatra con Guadalajara Guadalajara y Pepe Guízar". Yo