Repoblación del Centro
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​Cuando las condiciones del mercado cambian, cuando lo que una vez fue un excelente negocio deja de serlo, o cuando los moradores de antiguas zonas habitacionales se mudan a otras partes, las construcciones que una vez albergaron esos negocios y casas y que fueron diseñadas especialmente para ello, terminan en condiciones deplorables o en abandono total.​El panorama se vuelve deprimente, desolador, y los propietarios de las viejas edificaciones en aras de sacarle algún provecho a su patrimonio, inician una infructuosa búsqueda de clientes para rentar o vender fincas obsoletas y deterioradas. La única otra opción que tienen, si las condiciones, creatividad empresarial y arquitectónica existen, y si las autoridades facilitan el proceso, es encontrarles un nuevo uso.

​Ejemplos hay muchos, unos mas notables que otros: desde los mas comunes como el de viejas casas habitación transformadas en comercios, restaurantes u oficinas, hasta antiguas plazas de toros convertidas en hoteles. ​En Tokyo por ejemplo, ha comenzado la conversión de obsoletos pero bien ubicados hoteles de paso en hostales mochileros, enfocados un mercado turístico de bajo presupuesto; En Miami, viejas zonas habitacionales se han transformado en nuevos y pujantes distritos comerciales y habitacionales (Design District, Wynwood), y lo mismo ha ocurrido en ciudades como San Diego o San Francisco, en los que viejas zonas industriales y habitacionales se han transformado por completo: edificios de oficinas convertidos en hoteles, nuevos edificios habitacionales construidos sobre viejas propiedades, y fincas de menor valor demolidas por completo para construir estacionamientos y servicios centrales, lo cual no solo ha beneficiado a cada uno de los propietarios o inversionistas, sino a la ciudad en su conjunto.  

​Pero para que este tipo de conversiones sean posibles requieren de la flexibilidad y colaboración de las autoridades en la materia, para por un lado permitir “tocar” y modificar con sentido común y sin fanatismos conservacionistas, muchas de las fincas catalogadas como “históricas” y que de historia solo les queda el domicilio y la puerta de entrada adornada con modernos graffitis, y por otro aprobar cambios al uso del suelo, resolviendo en paralelo y desde una perspectiva de conjunto o zonal, los problemas de estacionamiento público y no dejar su imposible solución a cada finca o propietario en lo individual, ya que en la mayoría de los casos es física y financieramente imposible que el propietario de una vieja casa habitación construya dentro de ella y además sin demolerla, los cajones de estacionamiento que los reglamentos de construcción y el mercado exigen a nuevos restaurantes, departamentos, y comercios.

 ​Además, de modificar ciertos absurdos, como el que los límites del centro histórico de Guadalajara (aunque usted no lo crea) abarquen hasta la Av. Américas.  

​Si se permitió la construcción del poco feliz y desintegrado al contexto histórico Nuevo Mercado Corona, bien podría permitirse la demolición de muros o de algunas fincas mucho menos importantes y cuyo desuso afecta económicamente a sus propietarios y afea la cara de la ciudad.

​La conversión de una antigua Plaza de Toros en un hotel en Zacatecas, no hubiera sido posible, si no se hubiera permitido construir un lobby de ingreso y un restaurante sobre sus gradas; la adaptación de una vieja casa habitación para funcionar como restaurante no es posible si no se permite tumbar ciertos muros y abrir algunos ingresos; reconociendo y aceptando que los cajones de estacionamiento necesarios para la operación de nuevos negocios y nuevos edificios construidos en viejas fincas, no caben dentro de ellas. No hay magia.

​La repoblación y reutilización de edificios abandonados del centro histórico se dará el día que las autoridades promuevan la construcción de estacionamientos centrales que den servicio a los nuevos desarrollos, permitan hacer las modificaciones necesarias para adaptar construcciones antiguas a nuevos giros y así hacer financiera y comercialmente viables las nuevas inversiones.

​Nadie quiere ver su patrimonio deteriorarse, pero nadie tampoco va ponerle, como se dice, “dinero bueno al malo”.

 “No aplaudan fuerte, estamos en un edificio viejo” John Osborne.