Segunda vuelta instantánea

 

 ¿Dónde quedó la idea de que las mayorías mandan?

En México tenemos, hasta hoy, 9 partidos políticos nacionales con registro ante el Instituto Nacional Electoral: PAN, PRI, PRD, PT, Verde, MC, Nueva Alianza, Morena y Encuentro Social.

Si en algún momento los votos de los mexicanos se repartieran en partes iguales entre, digamos (para hacer cuentas fáciles), 10 partidos políticos, cada partido obtendría el 10% de la votación, lo que quiere decir que en teoría la elección podría ser ganada por quien obtenga tan sólo el 10%+1 de los votos. Y si además agregamos el hecho de que el promedio histórico de participación en una elección es de 52.35% de las personas con derecho a voto, veremos que el porcentaje de mexicanos que votaron a favor del candidato ganador es mínimo.
La llamada "regla de la mayoría" establece que para tomar una decisión en un grupo debe adoptarse la opción que cuente con el apoyo de una mayoría de los miembros. Sin embargo existen tres modalidades para aplicar esta regla:

1. La de mayoría absoluta, que requiere que la opción ganadora haya obtenido más de la mitad del total de votos emitidos.

2. La de mayoría relativa o primera minoría, en la que la opción ganadora es la más numerosa entre todas las opciones, aunque sumadas las demás, la superen.

3. La de mayoría calificada, utilizada para las decisiones de mayor importancia, y que exige una cantidad extraordinaria de adhesiones que supere ampliamente a la mitad del total.

El sistema electoral mexicano utiliza la regla de mayoría relativa, y que en mi opinión distorsiona peligrosamente la voluntad de la mayoría absoluta y nos lleva al absurdo de que grupos minoritarios gobiernen y decidan el rumbo del País.

Existe un mecanismo electoral utilizado en muchos países, inclusive latinoamericanos, que de alguna manera corrige este absurdo. Se llama segunda vuelta.

En sentido amplio, la segunda vuelta consiste en que para acceder a un cargo público es necesario obtener más de la mitad de los votos.

Para lograr esto, si en una elección ninguno de los candidatos logra obtener más de la mitad de los votos (mayoría absoluta), se realiza una segunda vuelta para decidir entre los dos candidatos que más votos hayan recibido. Dirán algunos que este mecanismo obliga a organizar dos costosas elecciones y a los ciudadanos a asistir dos veces a las urnas, pero hay una variante a este método que lo evita. Se llama segunda vuelta Instantánea, también conocido como voto alternativo.

Se trata de un sistema electoral que sirve para elegir a un único ganador por mayoría absoluta cuando hay tres o más posibles candidatos. En este sistema de votación, el ciudadano elector no se limita a marcar un solo candidato en la boleta, sino que puede escoger a varios en su orden de preferencias (1, 2, 3, 4...), del más preferido a menos preferido.

Al realizarse el conteo de votos, inicialmente se cuenta sólo la primera preferencia de los votantes. Si en ese primer conteo un candidato obtiene más de la mitad de los votos (es decir, mayoría absoluta), ese candidato es proclamado vencedor, pero si no fue así, se produce entonces la segunda vuelta instantánea, eliminando al candidato que haya obtenido menos apoyos, pero asignándose ésta vez los votos a las segundas preferencias marcadas en las boletas. Este proceso de conteo eliminatorio se repite hasta que un candidato obtenga la mayoría absoluta de los votos.

La segunda vuelta instantánea se puede definir como "un sistema de voto único transferible en determinado orden preferencial", y es en mi opinión el más conveniente y justo de todos, pues impide que en una democracia terminemos gobernados por individuos repudiados por la mayoría.

Si algo podemos hacer para evitar que en futuras elecciones (en esta ya nos fregamos) candidatos con apoyos minoritarios nos gobiernen, es empujar una reforma legal para instalar la segunda vuelta instantánea en el sistema electoral mexicano, y de esa manera asegurarnos, al menos, de que el gobierno quedará en manos de personas que la absoluta mayoría quiso.

"La democracia son dos lobos y una oveja votando sobre qué se va a comer. La libertad es la oveja, armada, impugnando el resultado".

Benjamin Franklin