Aceptar ≠ Resignarse

 

El domingo pasado, una vez conocidos los resultados de la elección presidencial en los que López Obrador fue declarado como el virtual ganador, y luego de una catarsis político-electoral, como seguramente hicieron los candidatos que salieron a admitir su derrota, comenté y escribí en diferentes medios lo siguiente:

"En el más puro y sincero espíritu democrático felicito a AMLO y a sus seguidores por el triunfo electoral. Espero que estos últimos actúen a la altura de sus esperanzas y de las expectativas que el Presidente que eligieron para todos los mexicanos creó y prometió hacer realidad, y que de ser honestas y auténticas, estoy seguro que serán para bien de todos.

"Por mi parte haré todo lo que esté a mi alcance para hacer realidad sus esperanzas, que ahora son las de México".

No obstante el espíritu democrático que todos debemos mostrar, una cosa es aceptar resultados y otra muy diferente resignarse.
La resignación nos hace sufrir, porque vivimos deseando que las cosas fuesen de otra manera. Aceptar es asumir la realidad sin sufrir por ella, y sin que ello signifique renunciar a nuestros ideales, valores y principios, los cuales frecuentemente son coincidentes con los de los demás, y las discrepancias que tenemos son más de forma o método que de fondo. Entender esto nos permite seguir funcionando de una manera sana, convivir con las diferencias y sacarle el mejor partido a las circunstancias.

Aceptemos los resultados, pero no permitamos que el futuro del País y el propio queden en promesas incumplidas o engaños.

Lo que toca ahora es ser vigilantes y exigentes, y debido a las justificadas razones por las que AMLO ganó la elección, lo que toca también son profundos cambios de actitud, para que la 4ª Transformación que AMLO propone, sea una transformación individual, en la que los mexicanos pasemos del valemadrismo al civismo, entendido éste como el celo por las instituciones e intereses de la patria.

De esto habremos de hablar mucho en el futuro, mientras tanto, la mitad de México que no votó por AMLO, "los perdedores", habremos de darle al nuevo Presidente el beneficio de la duda para que demuestre a todo el País, que no es "la misma gata revolcada".

En "El Consenso de los Perdedores" de Anderson et al (2005), los autores dicen que la legitimidad de la democracia tiene que ver con el consenso de los perdedores y que el resultado de las elecciones vincula la política a nivel macro con experiencias micro.

Esto se refiere a que los votantes que después de un proceso electoral quedan ubicados del lado de las minorías perciben la realidad política y actúan frente a ella en forma diferente de los que resultaron ganadores.

La hipótesis principal de este libro es que quedar fuera del gobierno importa, tiene efectos en actitudes y comportamientos políticos y afecta la durabilidad y la calidad del régimen. Más específicamente, afirma que el futuro de la democracia está en manos de los perdedores.

Por ello es importante que los ganadores, a los que yo prefiero llamar, las nuevas mayorías, impulsen reformas en las que todos, mayorías y minorías, se sientan incluidas en el sistema y en consecuencia lo legitimen.

No hacerlo, excluir por completo o inclusive burlarse de las nuevas minorías (los perdedores) como ya han comenzado a hacerlo algunos "malos ganadores" (ej: la senadora electa por Morena, conocida ahora como Lady Champán) es antidemocrático y causa resentimientos con secuelas impredecibles.

Los resultados de los comicios tienen consecuencias en las actitudes y comportamientos de los votantes, y así como en el caso de Trump, los argumentos utilizados por éste para ganar la elección generaron odio, racismo y discriminación hacia los inmigrantes, en el caso de AMLO, la enorme cantidad de calificativos peyorativos utilizados en el proceso electoral comenzaron a generar una división (que sinceramente espero pueda contenerse) entre ricos y pobres, entre pro-AMLOs y anti-AMLOs.

Las elecciones terminaron ya, y esas categorías antagónicas de ciudadanos deben desaparecer. Los ciudadanos dejamos de ser electores y pasamos a ser mexicanos, y los candidatos electos dejan de ser abanderados de su partido y pasan a ser abanderados de México.

"Exigir es derecho exclusivo de quien no tiene cola que le pisen".

Yo