El arte de mentir

 

Es triste decirlo, pero el común denominador de los políticos y gobernantes es la mentira.
Mienten para ganarse la confianza de los ciudadanos; mienten cuando a sabiendas prometen lo que no pueden cumplir o dicen lo que la gente quiere escuchar; mienten para obtener los votos que jamás tendrían si conociéramos sus verdaderas intenciones y quiénes son en realidad; mienten para esconder ilícitos y acuerdos oscuros; mienten al hablar con medias verdades; mienten para ser admirados y aceptados; mienten porque para robar, para violar la ley y hasta para matar es necesario mentir.

Immanuel Kant en su imperativo categórico (principio fundamental, del que según él derivan todos nuestros deberes y obligaciones) sintetizó así su teoría moral: "Una máxima es moral si es universalizable", es decir, si la regla que nos autoriza a realizar ciertas acciones puede ser universal, o sea, que todos se rijan bajo esta regla.
Para Kant, el deber de no mentir es una ley moral inviolable porque el mentir no se debería convertir en una ley universal; mentir sistemáticamente acarrearía desconfianza entre las personas y no se podría vivir en sociedad, pues la confianza es la base primordial para establecer vínculos entre las personas. Además, si la mentira fuera una regla universal todas las personas sabrían que todos mienten, entonces la mentira ya no tendría el efecto esperado.

Pero los mentirosos son personas inmorales que han hecho de la mentira un arte que no cualquiera domina o sostiene durante mucho tiempo. Al respecto decía Abraham Lincoln: "Se puede engañar a todo el pueblo parte del tiempo, se puede engañar a parte del pueblo todo el tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo.

Un viejo escrito que tenía guardado (desconozco su autor) decía que los mentirosos siempre tienen argumentos y respuestas estudiadas para sacarlas en el momento necesario, porque el buen mentiroso tiene que estar siempre un paso adelante de los demás, (...) la historia muestra que los grandes mentirosos son por lo general personas cultas que si no saben mucho de algo, siempre saben algo de todo.

¿Será por eso que los grandes políticos siempre saben algo de todo?

Los mentirosos siempre mienten, sin importar la gravedad del tema. Saben que la mayoría de las personas creen que nadie es capaz de mentir sobre temas serios o sagrados, como serían por ejemplo asuntos relacionados con la integridad física y patrimonial que normalmente se tratan con autoridades gubernamentales, o asuntos que tienen que ver con la vida, la familia, el amor o la religión, que se tratan con guías espirituales y estudiosos de la materia como serían psicólogos, sacerdotes, rabinos, etcétera.

Los títulos, representatividad y simbolismos de estos cargos, dan autoridad y credibilidad suficientes, en algunos casos hasta "divina" para opinar acerca de asuntos íntimos, conflictivos o sentimentales e involucrarse en las aspiraciones, deseos, frustraciones y vulnerabilidad humanas, con lo cual pueden manipular voluntades y lograr objetivos de toda índole, sin que nadie se atreva a cuestionar y mucho menos a denunciarlos cuando mienten o actúan de manera ilegal o inmoral.

Tendemos a dar por hecho que las personas que encarnan las figuras del poder y del saber, o que representan las instituciones y valores de la sociedad son por definición honorables y dignas del puesto, cargo, licencia o representación conferidas.

Sin embargo no es de extrañarse que gobernantes mientan y violen la ley, o que guías espirituales seduzcan feligreses mintiendo y distorsionando principios morales y religiosos relacionados con el amor, la sexualidad y el pecado.

Para mí, los individuos de peor calaña son aquellos que teniendo la responsabilidad de predicar con el ejemplo y representar precisamente los valores de la ley o la moral violan las leyes y principios que pregonan.

Y como en la vida me he topado con muchos líderes políticos, empresariales y religiosos, a cual más de mentirosos, deshonestos e inmorales, parafraseando a los que dicen que mientras más conocen a la gente más quieren a sus perros, diría que salvo honrosas excepciones, mientras más conozco a los religiosos más ateo me hago, y mientras más conozco a los políticos más quisiera que Dios existiera.

"Un ladrón honesto es el que admite ser ladrón".
Yo