Creer o confiar

Creer o confiar

 

Hagámonos una sola pregunta, basada en la siguiente serie de premisas y condiciones.

Si los objetivos de la llamada Cuarta Transformación que impulsa el Presidente López Obrador van enfocados a combatir la corrupción, la desigualdad y la pobreza, a cancelar privilegios de funcionarios y cuidar el gasto público, a crear una guía de valores que estimule patrones éticos de conducta, objetivos con los que todos, al margen de preferencias políticas, estamos de acuerdo; y si por el lado ciudadano además de coincidir en estos objetivos, somos personas que cumplimos la ley y pagamos nuestros impuestos; tenemos un empleo honesto y nos dedicamos sólo a actividades lícitas; si no hacemos negocios con el Gobierno, no somos corruptos y siempre nos conducimos de manera ética y profesional; si el poco o mucho patrimonio que tenemos lo hemos construido con trabajo arduo y sin robar a nadie; si estamos de acuerdo en acabar con la corrupción porque somos conscientes del daño que causa al País y a la vida personal y empresarial; si tratamos y pagamos bien a nuestros empleados; si dedicamos tiempo y dinero a mejorar nuestro entorno; si en general somos "personas de bien":

¿Por qué tenemos miedo al futuro ahora que López Obrador asumió la Presidencia de México?

Los únicos que deberían sentir miedo y preocupación serían aquellos que tienen negocios basados en contubernios y corrupción con el Gobierno; los que han matado, robado, engañado o extorsionado; los que evaden impuestos, violan leyes y reglamentos; los que para ganar dinero depredan todo a su alrededor o los que para ganar aun más dinero se aprovechan de las necesidades de la gente pagando inmorales salarios mínimos.

Pero todos los demás, seamos ricos, pobres o de clase media, lejos de sentir miedo y preocupación por el futuro del País y el nuestro, debiéramos sentirnos felices y confiados de que por fin tengamos un Presidente dispuesto a combatir los males que han impedido el desarrollo y bienestar de millones de mexicanos, y que por lo tanto el futuro será mejor para todos.

Pero no es así.

¿Por qué a pesar de la coincidencia de objetivos, muchas personas de bien desconfían del nuevo gobierno y especialmente del Presidente?

La respuesta la encuentro en la diferencia entre creer y confiar.

Creer es tener algo por cierto sin conocerlo de manera directa o sin que esté comprobado o demostrado.

Confiar es encargar o poner al cuidado de alguien algún negocio u otra cosa.

Por eso se cree o no en Dios y se confía o no en los gobiernos.

AMLO nos está pidiendo que creamos en él, como si la Cuarta Transformación fuese una conversión religiosa y los votos un acto de fe.

Quien cree, confía a ciegas. Pero los que somos capaces de confiar mas no de creer, a lo más que llegamos es a otorgarle a una persona el beneficio de la duda, que no es otra cosa que una confianza temporal condicionada.

Si AMLO quiere ganarse la confianza de los incrédulos, tendrá que hacerlo con datos, resultados y congruencia, porque a los funcionarios se les confía, no se les cree ("mientras mas sé menos creo", dice una frase atribuida a Bono de la banda U2).

Las palabras de AMLO despiertan la fe porque le habla a la emoción y no a la razón. Pero el Gobierno no es una Iglesia, y el Presidente de la República no es el sacerdote supremo. La Constitución no es una Biblia y los castigos por violarla deben pagarse en la Tierra y no en el Cielo.

Los incrédulos desconfiamos de un Presidente que pontifica más de lo que informa. Desconfiamos porque apoya personas de pasados cuestionables; porque alegando principios constitucionales democráticos no se opone a dictaduras como la de Venezuela; porque insulta nuestra inteligencia con consultas públicas ridículas y cancela irracionalmente una obra como el NAIM; porque para hacer un tren le pide permiso a la Madre Tierra; porque el único detenido hasta ahora en el combate al huachicol es el País; pero más que todo desconfiamos porque sus iniciativas se parecen a los preámbulos de las dictaduras (Guardia Nacional, Cartilla Moral, 100 Universidades, Jóvenes Construyendo Futuro, etcétera).

Si nuestra desconfianza es infundada, toca a AMLO probar con hechos que los motivos para desconfiar son falsos, porque primero se confía y luego se cree, no al revés.

"Las palabras propician la fe, los hechos la confianza".

Yo