Incapace

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En la misma votación en la que el Pleno de la Cámara de Diputados aprobó las reformas constitucionales para la nueva (contra) Reforma Educativa -con la que la 4T pretende garantizar la "excelencia" de la educación en México-, desaparecieron el Instituto Nacional de la Infraestructura Física Educativa (Inifed) y de ahora en adelante entregar directamente a los padres de familia y maestros el dinero necesario para la construcción, mantenimiento y rehabilitación de escuelas.

Para los que no lo sepan el Inifed era el organismo encargado de construir y mantener la infraestructura educativa en el País, emitir normas y especificaciones técnicas, elaborar guías operativas para la administración de los recursos destinados a la infraestructura educativa y dar seguimiento técnico y administrativo a los programas de obra a cargo de las entidades federativas cuando incorporan recursos federales.

Las preguntas ahora son: ¿cómo supervisarán lo que miles de comités de padres de familia harán, cómo sabremos si el dinero de nuestros impuestos se usa y destina correctamente, si las escuelas que los padres de familia construirán o remodelarán serán seguras, funcionales y con las especificaciones y calidad necesaria, quien será el contratista o "maistro" de obra que sin concursos de por medio ejecute las obras como mejor le parezca?

Para hacer las cosas bien se necesita un organismo que administre y supervise todo esto, y lo que pasará al final es que así como se creó el Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, que hace lo mismo que el anterior de Administración y Enajenación de Bienes (SAE) habrá de crearse ahora un Instituto para la Construcción y Apoyo a Padres Constructores de Escuelas (Incapace) que haría lo mismo que el desaparecido Inifed hacía, pero con un nuevo y sugestivo acrónimo.

La razón para la cancelación de proyectos y desaparición de organismos públicos ha sido la corrupción dentro de ellos, sin entender que en realidad "no hay organismos corruptos, lo que hay son personas corruptas manejando organismos".

Si seguimos la lógica de desaparecer todas las entidades en las que hay o ha habido corrupción, deberíamos entonces desaparecer todo el poder ejecutivo, y entregar nuestros impuestos directamente a los albañiles que construirán los muros de las escuelas, a los doctores y enfermeras de los hospitales, a los jubilados, a los fabricantes y prestadores de servicios de todo lo que el País necesita comprar o contratar para su funcionamiento.

Pero para administrar todo esto, dar cuentas y supervisar lo que se hace, sería necesario crear miles de comités y organismos especializados, es decir una estructura gigantesca paralela al gobierno controlada por ciudadanos. Un absurdo.

La solución al problema de la corrupción no es eliminar los organismos existentes que son necesarios, sino poner al frente de ellos personas honestas y exigir que hagan bien su trabajo.

Si el gobierno considera por ejemplo, que los comités de padres de familia de las escuelas son confiables y republicanamente austeros, que ponga al frente del Inifed, a una persona emanada de esos comités, y no a un emanado del sindicato de maestros o de las filas de las amistades, parientes o partidos políticos afines.

Si los recursos asignados por ejemplo a las Estancias Infantiles eran mal utilizados, que exija fianzas de cumplimiento a los concesionarios, audite, supervise su correcto funcionamiento y, si es el caso, cancelar las concesiones.

El gobierno debe ser sólo un auditor garante de la calidad y costo de las obras y servicios públicos, y de los productos y servicios que los particulares venden y prestan a la población. ¿Para qué quiere ser el gobierno, por ejemplo, el peor productor de petróleo y gasolina del mundo, el peor constructor de obras o el peor proveedor de servicios, si puede ser el mejor supervisor de éstos?

Y si las razones para hacer algunas cosas directamente tienen que ver con asuntos de seguridad o soberanía nacional en un mundo cada vez mas global, especializado e interdependiente, habrá que hacerlo de manera eficiente y competitiva, para que el intento por ser autosuficientes en algunos campos no lleve al País a la quiebra o nos cueste tanto (como ha sido el caso del petróleo, gasolinas y electricidad) que nuestra soberanía merezca el calificativo de pírrica.

"Estábamos al borde del precipicio.
Hemos dado un paso adelante".
Dicho popular del sexenio de Echeverría