Si conviene se interviene

Si conviene se interviene



Ésta es mi lectura de la renuncia de Evo Morales al cargo de presidente de Bolivia, luego de su intento para reelegirse una vez más y mantenerse en el poder hasta el año 2025 cuando la Constitución de aquel país solo permite una reelección. Cabe mencionar que, utilizando diversas artimañas legaloides, Morales había logrado reelegirse ya dos veces desde el 2006 que ocupó por primera vez la Presidencia.

El autonombrado en las redes sociales como @evoespueblo renunció no para evitar violencia, no por convicciones democráticas y respeto al voto popular, ni porque le importaran las protestas y presión ciudadana, sino porque al final el Ejército no respaldó su intento por reelegirse una vez más mediante un burdo fraude electoral.

Opositores a Morales y observadores de la OEA manifestaron su sorpresa por el cambio drástico y difícil de justificar en la tendencia de los resultados preliminares conocidos tras el cierre de las urnas, y que apuntaban a una segunda vuelta en la que el opositor Carlos Mesa tendría amplísimas posibilidades de ganar la elección.

(La ley electoral de Bolivia dice -y la de México debiera decirlo también- que cuando el primer candidato no obtiene al menos el 40% de los votos y la diferencia con el segundo candidato es menor al 10% es necesaria una segunda vuelta).

El intento de fraude fue obvio. Cuando se llevaba un escrutinio del 83% del total de la votación y los resultados arrojaban que la elección se definiría en una segunda vuelta, sorpresivamente se suspendió el conteo (algo similar a la "caída del sistema" anunciado por el entonces secretario de Gobernación Manuel Bartlett en las elecciones federales de México en 1988).

Pasadas 23 horas, el órgano electoral anunció que el resultado final había sido que Evo Morales obtuvo el 47.07% de los votos y su opositor Carlos Mesa solo el 36.51%, es decir una ventaja de 10.56 puntos, con lo que "casualmente" ya no sería necesaria la segunda vuelta.

Nadie se tragó el cuento y el inexplicable cambio de tendencia en las votaciones, lo que provocó reclamos y enfrentamientos callejeros entre los seguidores de Evo y los seguidores de Carlos Mesa que con razón gritaban "¡Mi voto se respeta!".

Ante los hechos, el jefe del Ejército, Williams Kaliman, le "sugirió" a Evo Morales su dimisión.

Este intento de fraude ha sido traducido por los seguidores de Morales y gobiernos afines a él (México entre ellos) como un "golpe de Estado", cuando en realidad se trató de un golpe a las dictaduras y a las ilegalidades. Un acto democrático respaldado por las Fuerzas Armadas de un país, para defender y hacer valer la Constitución, las instituciones y las reglas de la democracia.

Lo ocurrido en Bolivia de ninguna manera puede calificarse como golpe de Estado, pues lo que sigue ahora es la organización de nuevas elecciones para elegir un nuevo Presidente, tal como lo indicó ya la senadora Áñez quien asumió la Presidencia de manera interina.

La pregunta al gobierno mexicano ahora es: ¿por qué en el caso de Venezuela, cuando Juan Guaidó se proclamó "Presidente encargado" de aquel país, y fue reconocido por varios países, entre ellos Estados Unidos y Canadá, el gobierno de México pidió encontrar una solución pacífica y democrática al problema, y "para no equivocarse" se apegó a los principios de no intervención y autodeterminación de los pueblos establecidos en la Constitución, y ahora en el caso de Bolivia se involucra, toma partido y se manifiesta a favor de Evo Morales y por lo tanto en contra del pueblo de Bolivia que se opone a él?

Es evidente que el manejo de los intereses políticos de AMLO está por encima de las leyes y de la propia Constitución, y que la aplicación del principio de "no intervención y autodeterminación de los pueblos" es selectivo. Más bien diría que el principio que rige la política exterior de AMLO es: si conviene se interviene.

En México, tanto en gobiernos anteriores como en el actual, aunque digan que no son lo mismo, la transparencia, el respeto y aplicación de las leyes y reglas democráticas dependen de si éstas se contraponen o no a intereses políticos y económicos del gobierno en turno. AMLO maneja los principios legales, éticos y morales al estilo de Groucho Marx, quien decía: "estos son mis principios, y si no les gustan tengo otros".

"Un líder respeta la ley,
un dictador la interpreta".

Yo