¡Hágase la luz!



Los humanos tendemos a imaginar mundos ideales, pero que desgraciadamente no pueden existir en la realidad, o al menos no de la forma como los imaginamos. Tal es el caso del nuevo sistema de salud imaginado y propuesto por el presidente López Obrador, el famoso Insabi -nadie "sabi" cómo va a funcionar y sostenerse en el tiempo-, que en lugar de tomar lo bueno del anterior Seguro Popular y mejorarlo, se optó por desmantelarlo, para que de la noche a la mañana, por decreto, todos los mexicanos sin excepción, particularmente los más pobres, puedan ser atendidos eficazmente para la cura de todo tipo de enfermedades y recibir de manera gratuita todas las medicinas, cirugías y atención hospitalaria necesaria.

El Presidente pretende emular, y así lo ha dicho, sistemas de salud como el de Dinamarca, pero sin contar con los mismos recursos que esos países destinan a la salud pública y peor aún, sin la estructura operativa y condiciones necesarias para su correcto funcionamiento.

Al final, como casi todas las cosas de este gobierno, se trata de buenas ideas, buenas intenciones, pésimamente planeadas y ejecutadas.

Thomas Alva Edison, luego de haber inventado y logrado miles de patentes, concluyó que "el genio es 1 por ciento inspiración y 99 por ciento transpiración".

Lo que esta definición, basada en la experiencia y los conocimientos apunta, es que para convertir una idea en realidad se requiere mucho trabajo, muchas pruebas, muchos estudios, mucho "sudor".

A diferencia de Edison, nuestro prometedor y soñador Presidente cree que las cosas se hacen como Dios creó al mundo, según el Génesis. "Hágase la luz y la luz se hizo". Como Aladino y su lámpara maravillosa, de la que salen sus genios funcionarios a cumplir sus deseos, o que "todo se logra con sólo decir bíbidi bábidi bú". El Presidente dijo: "Hágase el Insabi", y el Insabi se hizo. Pero resulta que el Insabi, lejos de ser la luz es un mundo de oscuridad y tinieblas para los enfermos más pobres, todo por no escuchar las voces de la experiencia y hecho a conciencia el trabajo previo requerido para lanzar un proyecto tan complejo y delicado como lo es un sistema nacional de salud gratuito. Gracias a la improvisación hoy están metidos en graves problemas económicos y de salud los millones de mexicanos a los que supuestamente se quiere beneficiar.

Scott Belsky, autor del libro Making Ideas Happen, creó un sistema que ayuda a las industrias creativas a encontrar las mejores formas para llevar a cabo las ideas. El autor refiere que todos los días alguien llega con una idea nueva, pero que a la hora de la verdad (a la hora de convertirla en realidad) no se llega a ninguna parte debido a una falta de procedimientos para gestionar el proceso de creación. Luego de investigar y entrevistar a empresas como Google y Disney se dio cuenta que la mecánica detrás de la gestión de ideas no es bella. Para materializarlas correctamente, Belsky utiliza una plataforma que llama "Project plateau" y que es donde la mayoría de la ideas mueren. La describe como un desierto expansivo, vacío de inspiración o emoción, donde concurren la pesadez extrema de los puntos intermedios de un proyecto, los seguimientos y el trabajo duro (el 99 por ciento de transpiración) sin un final a la vista.

Hay muchas ideas buenas, pero que de nada sirven si los equipos creativos no tienen la capacidad y la organización para ejecutarlas.

Llevar a cabo una idea nueva depende mucho de la retroalimentación de equipos, del trabajo de expertos, quienes están obligados ética y profesionalmente a separar las emociones de los datos, y llegado el caso desilusionar al creador (el del 1 por ciento de inspiración) anunciándole ya sea la inviabilidad del proyecto o las modificaciones necesarias para llevarlo a cabo (el cómo sí), postergando su lanzamiento hasta que las condiciones requeridas se cumplan.

Todo indica que en el caso del Insabi, se omitieron o ignoraron muchos problemas y requisitos previos (presupuesto, recursos materiales y humanos, reglas y manuales de operación, coordinación con estados y municipios, etcétera) y se optó por ponerlo en marcha a pesar de ello.

Lo malo, lo trágico de esto, es que en este caso las consecuencias de la improvisación tienen que ver con la salud, la vida o la muerte de millones de personas, y eso, señor Presidente, es un crimen de lesa humanidad.

"El mundo peligra
cuando la soberbia y la ignorancia
se unen al poder".

Yo