Consulta impopular
No creo que haya un mexicano al que no le hierva la sangre cuando ve políticos, funcionarios públicos o líderes sindicales del presente y del pasado disfrutar una vida de lujos y placeres al más alto nivel y de una riqueza equivocadamente llamada "inexplicable", porque se explica perfectamente por medio de la corrupción y el desvío de recursos públicos, el abuso de poder, la venta de influencias y los contubernios.
Este solo motivo -el del hervor de la sangre con la corrupción de alto nivel, porque la poquitera y de bajo perfil la toleramos sin mayor problema- fue suficiente para que un personaje como López Obrador, quien prometió acabar con décadas de corrupción e impunidad, haya llegado a la Presidencia de México.
Pero el organizar ahora una consulta para hacer a los ciudadanos la rebuscada pregunta aprobada por la Corte "¿estamos o no de acuerdo en que se lleven a cabo las acciones pertinentes, con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?" me parece un acto censurable.
Lo digo porque cualquiera que sea el resultado, el Estado de derecho se verá afectado: si se decide no investigar se habrá legitimado la impunidad, y si se decide investigar se confirmará que en este gobierno la aplicación de la ley es discrecional o depende de la opinión pública.
Si alguien, y en especial el Presidente, tiene pruebas de la comisión de un delito lo que procede es denunciar, y si lo único que hay son sospechas, lo que procede es investigar, atendiendo siempre al principio de presunción de inocencia, aunque a muchos les produzca "urticaria" la presunción de inocencia en ex presidentes que han sido sentenciados por la opinión pública y no por un tribunal.
Abogar por este derecho no significa estar a favor de la corrupción, significa estar a favor del debido proceso, tal y como quisiéramos que ocurriera en el caso de que alguno de nosotros fuésemos injustamente acusados o detenidos: pediríamos se nos trate como presuntos inocentes y no como presuntos culpables.
El Presidente ha reiterado en múltiples ocasiones que nadie está por encima de la ley, y al someter su aplicación a una consulta no sólo se contradice, sino que abre la puerta para legitimar la impunidad.
Si el resultado de dicha consulta es que la mayoría de los participantes opinaron que se debe emprender un proceso de investigación a los ex presidentes, el Estado de derecho habrá sido respetado. Pero si el resultado es que no se investigue y aplique la ley, será simple y sencillamente haber dado un salvoconducto, una garantía de inmunidad a los hasta ahora sospechosos.
La aplicación de la ley no puede depender de la opinión pública.
Aunque la pregunta de la consulta en cuestión no menciona a ningún político en particular, todo mundo sabe, y el discurso oficial del Presidente lo confirma, que se trata de investigar ex presidentes cuya impopularidad es manifiesta, por lo tanto el resultado de la consulta es previsible: los ex presidentes serán "investigados", pero no debido a una voluntad política para aplicar la ley sin miramientos a quien sea, sino a la impopularidad de los ex presidentes, y al hervor de la sangre por el pasado (y presente) corrupto.
Hay delincuentes queridos y sospechosos o inocentes odiados. Por ello la representación visual de la justicia es una mujer sosteniendo una balanza con los ojos vendados, lo que da pie a la famosa expresión: "La justicia es ciega".
Y debe ser ciega, porque la aplicación de la ley, la impunidad o la imposición de castigos, no pueden depender de la popularidad o impopularidad de una persona o de la animadversión o benevolencia que los gobernantes en turno le tengan.
A menos que el presidente de la República y la Corte estén apostando a que el resultado de la consulta será a favor de la aplicación de la ley, o sepan desde ya que el conteo de votos estará manipulado para ello, hacer una consulta para decidir si se investiga y en su caso enjuicia a personajes impopulares, más que un acto de justicia será un burdo linchamiento social.
"Frente a la popularidad,
la justicia ciega se vuelve tuerta".
Yo