De puño y letra


Todos los que nacimos antes de 1970, debemos agregar a nuestra fecha de nacimiento las siglas "a.C." las cuales, en este caso, no significan Antes de Cristo, sino "Antes de las Computadoras" o "Antes de los Celulares".

El uso masivo de las computadoras personales y los teléfonos celulares cuya combinación dio origen a los llamados teléfonos "inteligentes" comenzó en la década de los 70, y han hecho parecer a los nacidos antes como individuos arcaicos frente a los nacidos "d.Cel." (Después del Celular), la llamada generación "millenial", primero porque preferimos guardar nuestra información y documentos importantes en una caja fuerte, que en una intangible y abstracta "nube", y segundo, porque no le dedicamos el tiempo a aprender los vericuetos de la infinidad de programas y aplicaciones que hoy existen, y que si bien por un lado nos hacen la vida más fácil, por otro nos la complican. Hoy, sin las instrucciones y contraseñas necesarias para configurar aparatos que antes funcionaban con un simple on-off, ni siquiera podemos ver televisión.

Sin generalizar, por más tarugos que parezcamos, los nacidos "Antes del Celular" estamos mejor capacitados para pensar y derivar que los nacidos "Después del Celular".

Diría que nosotros podemos funcionar, trabajar y sobrevivir sin baterías; somos más humanos y menos robots; entendemos mejor los objetivos, los conceptos y las abstracciones que relacionan conjuntos de hechos, objetos, seres y situaciones; tenemos niveles de comprensión no digo superiores, sino diferentes. Mientras nosotros sabemos lo que hay que hacer o no hacer para que las cosas funcionen, los nacidos "d.C" saben qué botones apretar para el mismo efecto. Lo malo de esto último es que con las computadoras y calculadoras a la mano, las personas ya no piensan, y su mente no tiene las alertas necesarias para darse cuenta de que el resultado que les aparece en una pantalla está equivocado o fuera de rango, lo que probablemente se deba a que alimentaron mal los datos.

Y en lo que respecta a conocimientos relacionados al campo de las llamadas "humanidades", como serían las ciencias sociales, filosofía, antropología, etc. las habilidades de los nacidos "d.Cel." son casi nulas. Confían ciegamente en "google", no analizan ni escudriñan las ideas, no saben nada de etimología o filosofía, su tiempo de atención y concentración es corto, y como leen muy poco, su vocabulario es limitado y les cuesta mucho trabajo expresarse con precisión.

Desarrollar y ordenar las ideas, ponerlas en "blanco y negro", es tarea prácticamente imposible, y si acaso lo hacen, el resultado es desastroso.

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No son capaces de redactar una carta estructurada o minuciosa, ni siquiera pueden mandar una felicitación de año nuevo con palabras emanadas de ellos mismos. Prefieren hacer copy-paste de frases cursis y trilladas que digan lo que hubieran querido decir por ellos mismos. En otras palabras, plagian redacciones, ideas y sentimientos ajenos creyendo que producirán en los demás el efecto original.

Para ellos, las cartas escritas a mano son piezas de museo, y la expresión "de puño y letra" cambió por "dedo y tecla".

La era "d.C" acabó con las cartas de amor escritas a mano en papeles bonitos y perfumados y con las "plumas fuente" que obligaban a buena caligrafía, buena ortografía y limpieza.

Se perdió la emoción y valentía que se necesitaba para cortejar a una mujer hablándole a la cara con propiedad, para presentarse "bien vestido" a tocar la puerta de su casa e invitarla a salir, demostrando así, educación, respeto, cortesía y cuidado.

La practicidad del "WhatsApp" ha despersonalizado las relaciones sociales y restado valor e importancia a la presencia física y a la voz.

Las nuevas generaciones deben saber que demuestra mucho más cariño y tiene mayor significado una carta escrita a mano que un email, y que se necesita mucho más valor y categoría para decir, sonrojado y mirando a los ojos... te quiero, que mandar un "emoji" con una carita amarilla y ojos de corazón.

Las palabras habladas quedan en el alma, los "whatsapps" en "la nube".

“Si el próximo año cada uno hacemos bien lo que nos toca, el siguiente será más próspero.”

Yo