Autoconstrucción

Una tras otra van acumulándose las malas ideas que el gobierno federal propone sin estudiar a fondo su viabilidad y consecuencias, y sin establecer previamente las mecánicas para su implementación.

La última de ellas y que a todas luces resultará contraproducente, riesgosa y en perjuicio del patrimonio de los trabajadores, es la de promover la autoconstrucción de viviendas de interés social, proponiendo para ello entregar los créditos del Infonavit de manera directa a los trabajadores para que sean ellos quienes las construyan.

Los argumentos del Presidente muestran ya sea un total desconocimiento del tema, un "valemadrismo" del resultado final, o ambas.

Esto es lo que dijo para fundamentar su propuesta (sic): "los desarrolladores de vivienda de interés social tienen utilidades haciendo malas casas; o sea, que si el crédito es de 400 mil pesos, que no haya intermediación; cuando existe (la intermediación) esos 400 mil se vuelven 200 mil, porque entran las empresas y tienen ganancias, y otras ni siquiera, poca ganancia o razonable".

Estos argumentos son un disparate.

Para empezar la enorme mayoría de trabajadores y trabajadoras no tienen la menor idea de todo lo que se necesita saber para bien invertir su dinero en la adquisición de un terreno y en la construcción de una casa.

Si lo que le preocupa al Presidente es que un desarrollador construya casas de mala calidad en perjuicio de los compradores, o no le gusta que tengan utilidades legítimas en el proceso, la solución no es eliminar a los desarrolladores que equivocadamente llama "intermediarios", sino supervisar la calidad de construcción de los contratistas involucrados. Y las utilidades que tienen que ver con el precio de la vivienda, no deben preocuparle, porque es el mercado y la competencia quien las controla, por eso es que algunos ganan poco o nada como dice, y otros hasta pierden.

Y para esa supervisión existen ya leyes, reglamentos y requisitos que obligan a contar con peritos de obra, permisos de construcción, de habitabilidad, etcétera, así como fianzas y garantías de vicios ocultos y hasta la procuraduría del consumidor, de manera que cualquier error o mala calidad se puede reclamar. Lo único que tiene que hacer el gobierno, asegurarse que las leyes se cumplan.

Pregúntese, señor Presidente, ¿qué garantías tendría el trabajador que contrató por su cuenta a un "maistro" de obra, si aparecen grietas en los muros de su nueva casa, fugas de agua, cortocircuitos, etcétera?

La verdad es que la autoconstrucción es una falacia. Y lo digo porque un constructor es en realidad un coordinador de subcontratistas de diferentes especialidades. Nadie es todólogo, nadie fabrica ni instala todo. En una obra lo barato sale caro y mil cosas pueden fallar. Una cimentación y estructura mal hecha puede provocar derrumbes; defectos en instalaciones eléctricas, de gas o hidrosanitarias pueden producir incendios, explosiones, fugas e inundaciones. Y ni hablar en estos escenarios de ignorancia e improvisación, de cálculos estructurales, responsabilidad civil, seguro social de trabajadores, accidentes, etcétera.

Y en cuanto a costos, nunca un trabajador va a poder comprar un terreno apto y materiales de construcción más baratos que un desarrollador de gran escala, por lo que hacerse de una vivienda por el camino de la "autoconstrucción" resultará a la postre una mala inversión, que dilapidará los ahorros y restará valor al patrimonio de los trabajadores.

El propio director del Infonavit dijo al respecto que "hoy existe un crédito para mejora, pero no existe un crédito para autoproducción (así le llaman a la autoconstrucción) y todavía no tiene reglas de operación".

Si siguen adelante con esta idea, y las reglas de operación las hacen de manera responsable, protegiendo el valor de la garantía del crédito, es decir el valor de la vivienda que al final es el patrimonio del trabajador, deberán condicionar el otorgamiento de estos créditos, entre otras cosas, a que la inversión se haga en terrenos adecuados y sin problemas de tenencia, a contratar a profesionales certificados que lleven a cabo las obras y a cumplir con todos los reglamentos aplicables, lo cual terminará siendo igual o más caro, y con muchos más problemas de ejecución que si simplemente el trabajador compra una vivienda terminada a un desarrollador responsable y reconocido por el Infonavit.

"Un constructor es el responsable
de un equipo de irresponsables".

Yo