Morir en abonos

A partir del próximo 1o. de octubre entrará en vigor la Norma Oficial Mexicana (NOM-051) sobre el etiquetado de alimentos y bebidas no alcohólicas preenvasados, cuyo objetivo es brindar al consumidor final información sobre el contenido de ingredientes que representan un riesgo para la salud, por medio de un etiquetado claro, veraz y fácil de entender.

Este etiquetado incorpora cinco sellos octagonales que permitirán al consumidor identificar los productos con exceso de nutrientes asociados a sobrepeso y obesidad como: azúcares, grasas trans y saturadas, sodio y calorías, así como leyendas precautorias para productos que contengan edulcorantes y cafeína.

No obstante que me parece bien esto, creo que mejorar la salud general de la población requiere algo más que advertencias impresas en etiquetas de envases y empaques, ya que una vez que nos acostumbremos a verlas pasarán inadvertidas, como ha ocurrido con los pictogramas que aparecen en las cajetillas de cigarros, que a pesar de las impactantes fotografías cancerígenas que ponen y leyendas que con todas sus letras dicen "fumar te mata", el consumo continúa. Más clara advertencia que ésta no puede haber, lo que demuestra que el cuidado de la salud tiene que ver por un lado con la cultura y convicciones de los consumidores, y por otro con la conciencia y responsabilidad social de las diferentes industrias.

Si lo que se produce para consumo humano en general fuese más sano, la salud pública sería otra.

Sería de esperarse que con la nueva norma oficial de etiquetado, vayamos viendo en el tiempo cada vez menos sellos de advertencia en los anaqueles, lo cual sólo ocurrirá si la venta de los productos más sanos supera a la de los dañinos.

Mientras eso ocurre, los consumidores tenemos que aprender y enseñar que nuestra calidad de vida y calidad de muerte dependen, en buena medida, de los alimentos que consumimos.

Y digo "calidad de muerte" porque para mí hay tres formas de morir: una de forma natural, otra "al contado" y otra "en abonos". Explico cada una, en orden "preferente": La muerte natural, que todos conocemos, es la que se produce por mera vejez y sin mayor sufrimiento. Es la que todos de alguna manera "deseamos". La muerte "al contado", y que llamo así porque significa morir de golpe (en una sola exhibición), es la que se produce por una falla fulminante del cuerpo o por un accidente fatal. Este tipo de muerte, que por sorpresiva e inesperada es traumática para los vivos, vista en el tiempo y sin egoísmos no es tan mala como la muerte "en abonos", y que es la peor de todas, pues se produce luego de una larga agonía, dolores y sufrimientos, y derivado de diversos tipos de enfermedades que poco a poco (en incómodas mensualidades) nos van acabando no sólo el cuerpo, sino en muchos casos también la cartera.

Todo esto viene a colación porque entre las principales causas de la "muerte en abonos" están las llamadas enfermedades degenerativas o "silenciosas" que tienen que ver con la mala alimentación, como la obesidad, diabetes, osteoporosis, arterioesclerosis, etcétera.

Así como se estableció el Distintivo "H" para promover la higiene del manejo y preparación de alimentos, además de las nuevas normas de etiquetado, debería crearse un Distintivo "S" que tenga que ver con la salud, para que la industria alimentaria y restaurantera se preocupen y ocupen en modificar los ingredientes, recetas y métodos de preparación de sus platillos, de manera que manteniendo su suculencia, lo cual es posible, sean menos perjudiciales a la salud, y eviten la muerte en abonos, sobre todo de aquellos que se consumen regularmente y han pasado a formar parte de la dieta mexicana, y en especial la conocida como dieta "T" (cualquier relación con la 4T es mera coincidencia): tacos, tortas, tamales, tlayudas... (dicen que un poco de veneno no mata, nomás ataranta).

Como dato. Más de la mitad de los mexicanos comen todos los días fuera de casa, y lo hacen en puestos callejeros o lugares informales que ofrecen comida chatarra y todo tipo de fritangas. La mayoría come así por falta de tiempo, fácil acceso y bajo costo, y otros más por el simple antojo, pues no hay duda de que la comida frita en aceite recalentado, si por un lado hace "agua la boca", por otro hace el hígado graso.

"Es mejor morir al contado que en abonos". Yo