¿México no es Venezuela?
El título de este artículo no es para alarmar irracionalmente a nadie, sino para hacer ver que el riesgo de que México termine como Venezuela es real y que cosas similares han comenzado ya a ocurrir, como la militarización del país, discursos populistas plagados de mentiras, centralización del poder, violaciones a la Constitución, impunidad al crimen organizado y a los leales, terrorismo fiscal, desinversión y fuga de capitales, desabasto de medicinas, etcétera.
Los dictadores de hoy ya no llegan al poder por medio de revoluciones armadas, sino por medio de elecciones armadas, a su favor. Ya no explotan bombas para dar golpes de Estado, lo que "explotan" son las necesidades de los más pobres para obtener su voto.
Hugo Chávez ganó las elecciones en 1998 porque la situación en ese entonces era de auténtico desastre, porque los venezolanos ya no creían en ninguno de los partidos políticos tradicionales, y porque pudo presentarse como su "salvador". Veintitrés años después la situación en Venezuela es catastrófica, lo que demuestra que es posible estar peor, y en México ya estamos encaminados en ese rumbo.
Buena parte de los seguidores incondicionales de Morena (el llamado voto duro) apoya a ese partido sin importar que las decisiones que ha tomado el Presidente y sus políticas públicas lejos de mejorar, han empeorado al país. Su voto no es razonado, sino resentido por agravios o infortunios del pasado avivados por AMLO, quien se ha encargado de estereotipar a los ricos (sinónimo de empresarios) como la causa principal de sus desgracias. "Mal de muchos, consuelo de tontos", dice el refrán que en este caso les aplicaría.
A nadie conviene que el Presidente de un país, sea del partido que sea, tenga poder absoluto para cambiar la Constitución o imponer leyes y políticas públicas que a la postre terminarán por empobrecer a todos, y en ello sí que van primero los pobres.
Hay bastante información de lo mal que terminan los gobiernos populistas.
Quienes en su momento apoyaron, o le dieron el beneficio de la duda a Hugo Chávez, pensando que lo que sucedió a los cubanos no podía pasarles a los venezolanos, porque "Venezuela no era Cuba", hoy tienen suficientes razones para arrepentirse. Los colombianos dicen que lo que pasó en Venezuela no puede pasarles a ellos porque Colombia no es Venezuela. Y hoy muchos mexicanos dicen que en México no puede pasar lo mismo porque México no es Venezuela, argumentando los 3 mil kilómetros de frontera con Estados Unidos, el T-MEC, la inversión extranjera, etcétera.
La isla de Cuba, a pesar de los enormes intereses y de todo el poderío económico y militar de Estados Unidos, se convirtió en un bastión comunista que terminó por empobrecer más a los cubanos más pobres, porque los más ricos simplemente emigraron.
México puede ser Venezuela porque no hay diferencia entre la pobreza mexicana actual y la pobreza venezolana de entonces; porque los tratados comerciales, las reglas para la inversión extranjera, etcétera, se pueden terminar tan rápido como se vuelva un capricho, se expida un decreto o se apruebe una "democrática" modificación a la Constitución; porque la manipulación política del hambre y la pobreza no distingue fronteras y porque la creación de enemigos "causantes" de todos los problemas sirve para unir masas a favor del caudillo que promete combatir y acabar con el enemigo común.
Para Hitler la causa de los males alemanes fueron los judíos; para Castro, Chávez y Maduro la causa de sus males fue y sigue siendo el imperialismo yanqui; y para AMLO los enemigos del pueblo son, por un lado, los ricos, los empresarios, y por otro, los jueces, el INE, la prensa y todo aquel que lo critique o exhiba sus pifias.
Una frase de Leonardo da Vinci explica la importancia de salir a votar el próximo domingo: "es más fácil resistirse al inicio que al final".
Este domingo será mucho más fácil resistirse al populismo y a sus nefastas consecuencias que lo que habría que hacer después si Morena y sus aliados logran una mayoría absoluta en el Congreso.
Hoy solo se requiere salir a votar en contra de Morena. Si no lo hacemos, mañana no habrá manifestación pública lo suficientemente grande que sirva para revertir cambios constitucionales, la polarización social y el deterioro de las instituciones y la economía de México.
"Más vale tarde que nunca, pero
demasiado tarde es lo mismo que nunca".
Yo