Mil palabras


Una imagen dice más que mil palabras.

Y sí. Hay imágenes que cuando se muestran, no hace falta decir nada más, basta verlas para entenderlo todo. Es el caso de la secuencia de nueve fotografías de la artista yemení Boushra Almutawakel titulada "Madre, Hija y Muñeca", publicada hace unos días, con relación al trato inhumano que dan los talibanes a las mujeres.

Como estos espacios de opinión normalmente son para palabras, no para imágenes (para eso está el resto del periódico y los cartones editoriales) a continuación, las mil palabras.

En la primera de las nueve fotografías, la madre, la hija y la muñeca aparecen sonrientes y con vestimentas coloridas. En las siguientes el color de la ropa, las sonrisas y caras se van gradualmente apagando y tapando, hasta terminar vestidas completamente de negro con cara y manos cubiertas. La novena y última fotografía es la más impactante: la mujer, la niña y la muñeca han desaparecido por completo. Es sólo la imagen de un sólido color negro.

Para los que no hayan visto estas fotografías que hablan por sí solas, este es el link: https://www.dropbox.com/s/kw5gn6zdae8l7b9/Sumisi%C3%B3n%20de%20la%20mujer.pdf?dl=0

Lo anterior viene a cuento por el reciente retiro de las tropas estadounidenses de Afganistán, la caída de su gobierno y el regreso del brutal régimen teocrático del Talibán, temido principalmente por las mujeres.

Apenas tomaron el control de unas provincias, los envalentonados insurgentes emitieron una orden a los líderes religiosos locales, para que les proporcionaran una lista de niñas mayores de 15 años y viudas menores de 45 para "casarlas" con combatientes talibanes.

Ofrecer "esposas" es una estrategia utilizada para lograr que se unan a los talibanes. No se trata de un matrimonio, sino de una esclavitud sexual bajo la apariencia de un matrimonio.

Es inconcebible que en pleno siglo XXI todavía exista la idea de que las mujeres no pueden tener exactamente los mismos derechos que los hombres. Y aunque a algunos les moleste, esto tiene que ver con las religiones y sus "normas", que según la religión que se trate, imponen diferentes reglas especiales a las mujeres, como: impedir que sean ministras de culto; prohibir que salgan a la calle sin ser acompañadas por un pariente y sin burka; separarlas de los hombres en ceremonias religiosas, bailes y piscinas; prohibirles usar pantalones, andar en bicicleta, conducir automóviles, estudiar, usar cosméticos, practicar deportes, reír de forma audible, etcétera. Todo porque las mujeres son consideradas una tentación sexual permanente para los hombres (incapaces de controlar sus instintos).

Y no se diga la salvajada de someter a niñas y mujeres a la mutilación genital femenina (ablación de clítoris) para "alejarlas del libertinaje y la inmoralidad".

No podemos taparnos un ojo con esto. La imagen de la mujer para las principales religiones está asociada a la mujer virgen, madre y esposa devota, subordinada al marido, y la encargada del hogar y la familia, por lo que cualquier mujer que rompa ese molde es condenada.

Como afirma la pensadora feminista Mary Daly: "Si Dios es varón, el varón es Dios", o como digo yo con sarcasmo: "Si Dios fuera mujer, el cielo sería rosa".

Si algo bueno dejó la invasión de Estados Unidos a Afganistán luego de los ataques terroristas a las Torres Gemelas del 11 de septiembre fue la tranquilidad y seguridad que su presencia dio a las mujeres afganas, y que ahora con su retirada se vuelve a poner en vilo.

Pero independientemente de que una invasión militar se lleve a cabo como respuesta a un ataque terrorista o por cualquier otro interés económico o político en una región del mundo, para mí, la sola esclavitud sexual o la violación sistemática y masiva de los derechos humanos es razón suficientemente válida para invadir un país y derrocar a su gobierno.

En estos casos, el principio de no intervención se transforma en la obligación moral, ética y humana de intervenir.

Esto pasa hoy en otros países y lo vemos como problema ajeno. Pero nosotros tenemos acá nuestras propias historias de abusos y sometimiento de mujeres que son tratadas como seres inferiores, objetos sexuales o esclavas de servicio doméstico. Allá se llaman talibanes, acá se llaman machos.

"Habrá equidad de género el día
que la palabra zorra signifique
el femenino de zorro".

Yo