Fue Teté
El pueblo es sabio. Por eso no participó en una consulta popular inútil, con fines más teatrales que democráticos, y que se reducía a la tontería de preguntarles a los ciudadanos si estarían o no de acuerdo en que se aplique la ley. Al final, lo único que se logró con ella fue despilfarrar 522 millones de pesos de nuestros impuestos.
La verdad es que la consulta nació muerta.
El Presidente y sus allegados pensaron que el hartazgo del pueblo por la corrupción del pasado -argumento central del Movimiento de Regeneración Nacional y que le dio el triunfo en el 2018- se traduciría en unas ansias masivas de linchamiento a los ex presidentes, llamados en la consulta "actores políticos del pasado", como si los actores políticos del presente estuvieran exentos de reclamos similares.
Tan poco importante fue esta consulta que ni al 93% de los mexicanos con capacidad para votar ni al propio Presidente le interesó participar en ella, prefiriendo realizar una gira de trabajo que quedarse para votar.
"Si hay una casilla a donde voy, aquí tengo mi credencial, en mi cartera", dijo, a sabiendas de que el Instituto Nacional Electoral (INE) no instalaría casillas especiales, debido precisamente a que el gobierno no asignó un presupuesto adicional para organizar la consulta, por lo que la única manera de participar era acudiendo a la mesa de votación asignada en función del lugar de residencia.
Para el Presidente la consulta fue todo un éxito, a pesar de que la participación ciudadana fue de sólo el 7.11% del padrón de votantes.
Y me pregunto: si fue un éxito, ¿por qué en lugar de felicitar, culpa al rganizador?
Para mí, culpar al INE por la poca afluencia de votantes es como culpar al árbitro de un partido de futbol por la escasa asistencia al estadio.
Culpar a otros por lo que uno hace o deja de hacer es la actitud que los niños adoptan para evitar reprimendas y castigos y que dio origen a la famosa frase infantil "yo no fui, fue Teté", y que utilizan los niños (y adultos) cobardes que "tiran la piedra y esconden la mano".
Lo que el Presidente está diciendo al repartir culpas por el fracaso de la consulta es: yo no fui, fue el INE.
Según AMLO, el INE hoy "representa al viejo régimen, con los mismos vicios y prácticas". Pero no se quejó de este instituto cuando dictaminó su triunfo electoral en el 2018. Seguramente entonces no estaba viciado, y en los últimos tres años se convirtió en enemigo de la democracia.
Una y otra vez queda manifiesto que para el Presidente todo organismo, institución o persona que no haga o diga lo que quiere, que no le provea recursos económicos o políticos para sus fines, publique información adversa, o emita opiniones contrarias a las suyas, es un enemigo de la democracia y de la transformación del país, que solo en su mente existe, y que en la realidad cada día que pasa, está más lejos del estado de bienestar imaginado y prometido por él.
No entiendo por qué a los políticos por lo general les cuesta trabajo admitir que algo que hicieron o promovieron no funcionó, no sirvió, o no cumplió con las expectativas, y en lugar de reconocerlo y aprender la lección, buscan culpables.
Todas las personas que cuando algo les sale mal le echan la culpa a otros tienen una característica común: la falta de responsabilidad.
Esta conducta que busca siempre salir indemne de cualquier situación se conoce como el "síndrome adámico", término que hace referencia al Adán bíblico, quien tras desobedecer las normas impuestas por Dios y comer el fruto prohibido culpa a Eva.
Si la misma analogía de repartición de culpas entre AMLO y Adán la aplicamos a la repartición de culpas de su esposa, tendríamos entonces un "síndrome évico", en referencia a la Eva bíblica: Beatriz culpó al INE y Eva culpó a la serpiente.
Lo más preocupante de todo esto no es en sí la repartición de culpas, sino que detrás de ellas y de las descalificaciones al INE hay claras intenciones de nulificar y destruir el principal pilar y garante de la democracia en México, y con ello abrir la puerta a reelecciones que a la postre se convierten en dictaduras.
Por ello, si alguna institución ciudadana, autónoma y democrática debemos proteger y defender hasta con los dientes, es al INE.
"Los verdaderos líderes se adjudican más culpas que medallas".
Yo