Hay más vida que AMLO
Estoy seguro que muchos de ustedes, como yo, estamos hartos ya del tema único que se aborda de forma repetida, el "monotema" llamado AMLO, y que en los últimos años ha secuestrado las conversaciones sociales, los medios de comunicación, las páginas de opinión, las preocupaciones empresariales y personales acerca del incierto e "impronosticable" futuro del país; de la retahíla de ocurrencias, mentiras y absurdas declaraciones del Presidente que se vuelven motivo de burlas y parodias; de su alineación con delincuentes, con países gobernados por populistas y dictadores, y de tantas cosas más que provocan desasosiego y una sensación de que la clase media, profesional y empresarial del país somos mexicanos "non gratos" que servimos sólo como fuente de ingresos cautiva, como blanco de insultos y desprecios, para la canalización de odios y resentimientos y para encarnar en alguien la culpa de toda la pobreza y corrupción existente.
Es imposible, en lo individual, contrarrestar esa demonización que el Presidente ha hecho de los mexicanos más prósperos, que tenemos o aspiramos a una calidad de vida superior. No contamos con micrófonos y recursos suficientes para ello, ni tenemos el tiempo para hacer política o hacer plantones en las calles y plazas públicas. Somos los que estamos ocupados trabajando y tratando de salir adelante a contracorriente y a los que este Presidente ha causado un daño moral y material enorme y sin posibilidad de réplica equivalente.
Somos una mayoría desorganizada, frente a una minoría organizada, resentida y alebrestada. Y digo que somos mayoría, porque de 95 millones de votantes registrados sólo 30 millones votaron por AMLO, es decir sólo el 31 por ciento del padrón electoral. De los otros 65 millones, 25 millones no le dieron su voto, y habría que estimar en qué sentido votarían los 40 millones restantes que no asistieron a las urnas. Por ello es que al Presidente le interesa tanto tener el control del INE, del padrón electoral y de las credenciales para votar, por eso los apoyos sociales clientelares a los jóvenes. Millones de mexicanos estamos políticamente desorganizados y sin más incentivos para ir a votar que la propia conciencia y la incipiente responsabilidad cívica.
Pero regresando al inicio, al hartazgo del tema político y secuestro que éste ha cometido a las conversaciones, si bien hoy más que nunca es sumamente importante estar enterados de lo que pasa, y saber que el país está en el "filo de la navaja", por salud mental debemos darnos el espacio para hablar de otras cosas. Hay más vida que AMLO y su 4T, y hay -como dice el libro sapiencial Eclesiastés-, un tiempo para todo.
Hay un tiempo para nacer y un tiempo para morir; un tiempo para plantar y un tiempo para cosechar; un tiempo para destruir y un tiempo para construir...
Hoy que el fin de año se acerca, es el tiempo para pensar, agradecer y convivir con la familia y los amigos. Ya habrá un tiempo para hacer política y un tiempo para elegir gobernantes.
Dicho lo anterior, cambio de tema: ¿a cómo quedó el kilo de pescado en Guaymas?
Esta disruptiva y fuera de lugar frase la utilizo cada vez que las conversaciones sociales se vuelven intensas, desesperantes o aburridas, o la situación amerita un cambio de tema.
Quienes captan la intención, siguiendo la sapiencia detrás de una pregunta que no viene al caso, responden cosas como: a 200 pesos..., depende si el pescado es fresco o congelado..., depende de dónde lo compres..., etcétera.
Sólo hay que tener cuidado con el uso de esta "técnica" para que los enganchados en la conversación previa no se ofendan, pues algunos al principio no entienden lo que está pasando y se sienten objeto de burla, y otros simplemente... no tienen sentido del humor, característica indispensable para aligerar la vida, detener conversaciones que se tornan hostiles y pasar a lo que más beneficio y descanso mental produce, a lo que alivia dolores y penas, a lo que mejora el estado de ánimo: la risa, en este caso proveniente no de una babosada (para las cuales también hay un tiempo) sino de un acto de prudencia o inteligencia, como entender que de nada sirve enojarse, que hay discusiones que no valen la pena, y que hay una vida más importante y trascendente que la de AMLO y su 4T: la nuestra.
"Somos lo que pensamos".
Siddharta Gautama (Buda)