La casa de todos

La casa de todos

Es mas fácil vender proyectos
que realidades.

El ambiente entre los ciudadanos que aspiramos y trabajamos para tener una calidad de vida mejor y permanente para nosotros y nuestras familias está inquieto, preocupado y, en algunos casos, alarmado.

La preocupación no radica en los propósitos fundamentales de la llamada 4T, ni siquiera en las aspiraciones egocéntricas de un Presidente que quiere pasar a la historia como un gobernante que logró cambios significativos en pro del bienestar de los más pobres. El desasosiego no está en los propósitos, porque sea del lado del gobierno o del lado ciudadano; los deseos, anhelos y esperanzas, las aspiraciones, pues, son las mismas: reducir la pobreza y acabar con la corrupción.

La preocupación está en que con las decisiones y políticas públicas implementadas, con la baja o nula capacidad ejecutiva, las prácticas corruptas, las actitudes divisivas y los cambios constitucionales que intentan hacer a como dé lugar, el logro de los objetivos y aspiraciones comunes no sólo se ven lejanos o imposibles, sino que han puesto al descubierto que la prioridad del Presidente no es reducir la pobreza ni acabar con la corrupción, sino la conservación del poder de una nueva mafia, esta vez más agresiva, ambiciosa y mucho más destructiva que las anteriores.

Pero aun así, si en paralelo a las ambiciones de poder y dinero la 4T estuviera realmente mejorando el país y haciendo realidad las legítimas aspiraciones ciudadanas de desarrollo y bienestar, los reclamos, señalamientos y críticas serían mucho menores.

El Presidente y sus colaboradores no entienden o no aceptan los roles para los cuales fueron contratados (elegidos) y los límites de su encargo.

Hago una analogía: si construir un Estado de bienestar fuese como construir una casa, en este caso la casa de todos, el Presidente sería el arquitecto que pone la visión, define especificaciones, coordina y supervisa la obra, la cual debe ser edificada no por el Ejército, sino por los ciudadanos-dueños de la casa, quienes tienen no sólo la necesidad y disposición, sino los conocimientos, tecnología y experiencia necesarias para llevar a cabo su construcción.

En esta analogía, la firma de arquitectura (Morena), encabezada por el presidente López Obrador, fue la ganadora del concurso de proyecto para la remodelación de la casa-nación.

Sin embargo, tanto él como sus colaboradores han confundido, incumplido o sobrepasado los límites de los roles para los que fueron contratados y que estuvieron claramente definidos en las bases de la convocatoria y en el proceso (electoral) del concurso, y que se reducen a elaborar los planos (planes) ejecutivos del proyecto de remodelación aprobado por la asamblea de dueños, y a coordinar, supervisar y administrar su construcción.

El Presidente ha violado e intentado cambiar muchas cláusulas del contrato social que juró cumplir; ha insultado y hecho a un lado a buena parte de los dueños; los planos ejecutivos que hizo no respetan el proyecto original que incluía espacios para todos; no concursaron las obras, rebasaron presupuestos y ocultaron las cuentas; los estudios de factibilidad, cálculos, ingenierías y procedimientos constructivos se pusieron en manos de inexpertos y ponen en riesgo la estabilidad de la casa.

Ante esta situación, lo que toca es llamar a cuentas al arquitecto-Presidente para reclamar las violaciones al contrato, los cambios unilaterales al diseño, la falta de oficio y conocimientos de sus colaboradores y supervisores de obra, y exigir que nos muestre las cuentas y los procedimientos para la asignación de contratos.

La casa-nación a la que le están "metiendo mano" es de todos, y todo indica que la obra terminará costando mucho más de lo presupuestado, y terminaremos viviendo en una casa incómoda y sin espacios suficientes para que quepamos todos, con innumerables fallas técnicas, altos costos de mantenimiento y sin ninguna garantía para cubrir defectos y vicios ocultos.

Y por si fuera poco, la cabeza del proyecto y sus administradores de obra tienen el descaro de pedir que les renovemos el contrato para continuar con las siguientes fases de un proyecto de nación que para hacerlo funcional habrá que asumir pérdidas y demoler buena parte del adefesio construido.

"Es mas fácil vender proyectos
que realidades".

Yo