La pandilla Morena
El partido Morena es una pandilla disfrazada de partido político. Sus características y modus operandi son idénticos a los de las bandas de criminales y bandoleros:
Están dirigidas por individuos vengativos, virulentos y sarcásticos; operan bajo un sistema de lealtad feroz; justifican sus tropelías con filosofías retorcidas; sus integrantes anuncian orgullosamente su afiliación a la banda; ninguno de ellos participa en actividades que son despreciadas por el resto; hay una actitud de solidaridad inquebrantable; un insulto o agresión a un miembro es un insulto a la banda entera, y conduce a la violencia; cualquier acto en contra de sus intereses, cualquier deslealtad, e incluso cualquier intento por abandonar sus filas es visto como un acto de traición extrema que se castiga desde con severas palizas hasta con la muerte.
Como la pandilla que son, luego de la derrota que Morena sufrió al no haber logrado la aprobación de la reforma eléctrica, sus dirigentes calificaron de traidores a la patria a todos los que votaron en contra.
Y en un acto de coraje y venganza el sublíder de la banda, Mario Delgado, anunció que el partido exhibirá en plazas públicas y en los seis estados con elecciones locales este año a los "vendepatrias" que se vendieron a los intereses extranjeros, con carteles y fotografías en "tendederos" y "muros de la ignominia".
"Queremos que la gente vea las caras, los rostros, los nombres de los traidores para que no olvidemos nunca quién le dio la espalda al pueblo, a nuestros hijos. Quiénes deshonraron tantos siglos de historia que tenemos como nación".
"Vamos a ver la reacción de la gente con los traidores a la patria y si ellos piensan que pueden seguir traicionando al pueblo sin tener un costo político", dijo.
Este tipo de amenazas y declaraciones no tienen cabida en una democracia. Lo que dijo es una incitación a la violencia, una invitación al linchamiento de los "traidores". (¿Recuerdan las arengas de Trump que derivaron en el asalto al Capitolio luego de perder la elección?).
La política no debe ser un torbellino de conflictos que terminan dividiendo a la sociedad.
Si algún grupo social siente que sus derechos han sido vulnerados, el camino para la reivindicación es el diálogo, la argumentación racional de motivos y la negociación; y no el de la fuerza, las amenazas, las trampas o el chantaje, ni el de la compra de voluntades y conciencias, que son los caminos que Morena y sus jefes han elegido para imponer y llevar a cabo sus cada vez menos ocultos y turbios objetivos.
El partido Morena nació encuadrado en la definición de pandilla adoptada por el Departamento de Seguridad Pública de la OEA:
"Las pandillas representan el esfuerzo espontáneo por crear, donde no lo hay, un espacio en la sociedad que sea adecuado a sus necesidades y en el cual puedan ejercer los derechos que la familia, el Estado y la comunidad les han vulnerado. Emergiendo de la pobreza extrema, la exclusión y la falta de oportunidades, las pandillas buscan satisfacer sus derechos organizándose sin supervisión y desarrollando sus propias normas al margen de la ley, afianzando una territorialidad y una simbología que otorgue sentido a la pertenencia grupal. Esta búsqueda de ejercer ciudadanía es, en muchos casos, violatoria de los derechos propios y ajenos, generando violencia y crimen en un círculo que perpetúa la exclusión de la que provienen. Por ello no pueden revertir la situación que les dio origen".
Termino con dos cosas. Primero, con una nota de George Orwell (Notas sobre el Nacionalismo, 1945) que aplica perfectamente a todos los fanáticos nacionalistas que se sienten defensores de la patria: "El nacionalismo es hambre de poder alimentada por el autoengaño. Todo nacionalista es capaz de la más flagrante deshonestidad, pero también -desde que está consiente de servir algo más grande que a él mismo- está firmemente seguro de estar en lo correcto".
Y segundo, haciendo responsables al presidente de Morena y al presidente de la República de cualquier agresión que lleguen a sufrir los 223 legisladores que votaron en contra de la reforma eléctrica y que por ello han sido, injusta e irreflexivamente, etiquetados y exhibidos como traidores a la patria. Si pensar diferente es ser traidor, entonces, señor Presidente, somos millones de traidores, no solo 223.
"Político que crece torcido,
jamás su mente endereza".