Amlitio
La pretenciosamente llamada "nacionalización del litio" no es otra cosa que un ridículo intento por pasar a la historia con una decisión que, según el Presidente, su partido y la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, equivaldría a la nacionalización del petróleo de Lázaro Cárdenas en 1938.
El intento es ridículo porque el litio es propiedad de la nación desde el 5 de febrero de 1917, fecha de la promulgación de la Constitución Política que nos rige, en la que su artículo 27 expresamente dice: "Corresponde a la Nación el dominio directo de todos los minerales o substancias que en vetas, mantos, masas o yacimientos, constituyan depósitos cuya naturaleza sea distinta de los componentes de los terrenos, tales como los minerales de los que se extraigan metales y metaloides utilizados en la industria".
Lo que hicieron no fue una "nacionalización del litio", sino dar pie a la creación de una nueva empresa estatal para intentar explotar este material, lo cual está bien, siempre y cuando no termine siendo una empresa ineficiente como Pemex, y obligada por la realidad técnica y económica a permitir la participación de empresas privadas extranjeras (esas que la 4T aborrece) en importantes partes del proceso, debido a la tecnología, capacidad financiera y experiencia con la que cuentan, con lo que eso de la "nacionalización" al final termina siendo "un decir".
Chile y Argentina, considerados entre los principales productores de litio del mundo, son exitosos en el aprovechamiento de materiales estratégicos porque por encima de nacionalismos estúpidos, sus legislaciones permiten la inversión o coparticipación de empresas privadas que aportan recursos, tecnología y experiencia.
Al respecto el Presidente dijo: "Vamos a ir desarrollando la tecnología, o se adquiere". Pero esto no es un asunto de "enchílame otra", como cuando sobresimplificó la tecnología petrolera diciendo: "de cuándo acá se requiere tanta ciencia para extraer petróleo... es perforar un pozo como si se fuese a extraer agua... no se requiere ninguna ciencia".
Y si le agregamos su manifiesto desprecio al conocimiento, a los científicos, a los investigadores, a los datos de los expertos, a las universidades, etcétera, podemos concluir, sin duda, que la idea de desarrollar tecnología propia para el aprovechamiento del litio es solo una más de las ocurrencias y planes sin sustento ni sensatez financiera, técnica o comercial que han caracterizado a su administración.
En lugar de mostrar un proyecto serio y viable para crear una empresa para extraer litio, lo que nos muestran son propuestas para su nombre: Litiomex, que suena bien e institucional, y Amlitio, que habla del ego enorme y las ansias desmedidas del Presidente por convertirse en prócer de la historia.
Si el desarrollo de tecnología mexicana para aprovechar eficiente y rentablemente el litio va a ser como el de la vacuna "Patria" contra el Covid-19 -que estará lista cuando ya la pandemia haya terminado, si es que el proyecto de desarrollo aún está vigente-, empresas como Tesla deberán prever el abastecimiento para sus baterías en otras partes del mundo.
Al final, la empresa Amlitio o Litiomex, o como finalmente se llame, tendrá su inevitable choque con la realidad, por lo que sólo podrán ocurrir tres cosas:
1. Que se quede en un mero proyecto al que anualmente se le destinarán recursos sin que produzca nada.
2. Que le inyecten miles de millones para hacer la versión minera de Pemex con la que la mafia del poder actual y la de siempre harán jugosos negocios asociándose y/o vendiendo influencias a la hora de otorgar contratos a las empresas privadas que poseen la tecnología, capacidad y experiencia necesarias para explorar, producir y vender litio.
3. La que debiera ser: olvidarse de nacionalismos estúpidos y obsoletos y ajustar la legislación para que, manteniendo el control de las reservas naturales, el país reciba buena parte de las utilidades de la explotación de este mineral, sin necesidad de invertir ni arriesgar nada.
Espero estar equivocado, pero la opción más improbable es la tercera, simplemente al ser la más transparente, las posibilidades de corrupción y tráfico de influencias se reducen.
"Ganar dinero no es una meta,
es una consecuencia".
Yo