Así sí
Luego de las elecciones del domingo pasado, en las que el partido Morena ganó las gubernaturas de cuatro de los seis estados en disputa, el Presidente se dio el lujo de recomendarle a la oposición revisar su estrategia: "debe de hacer una revisión de su estrategia, les afecta mucho, se los digo de manera sincera, su clasismo, su racismo, es que desprecian al pueblo, no le tienen amor. Ahí está la esencia de todo", dijo.
Y en esto, el Presidente tiene razón y hay que hacerle caso, y la prueba de ello son sus propios números.
Lo terrible de su exitosa estrategia es que el amor al pueblo que dice tener, su honestidad valiente, su lucha contra la corrupción y la impunidad, y sobre todo el lema central de su permanente campaña, "primero los pobres", son solo un discurso perverso, una mera y cruel estrategia electoral repleta de promesas huecas que debido a su gigantesca ineptitud para llevarlas a cabo se convierten en un inmoral abuso de las necesidades de su "amado pueblo".
Ahora bien, siguiendo la recomendación del Presidente, la pregunta es ¿qué debe hacer la oposición?, ¿cuál debe ser la estrategia para ganarle a Morena?
Mi respuesta a esta pregunta, por más ilógica y simple que parezca, es que la estrategia debe ser la misma que la suya. Sí, decir lo mismo que AMLO, con una diferencia moral y ética fundamental: en este caso, la misma estrategia y el mismo discurso estarán acompañados de soluciones reales y factibles, para -como el mismo Presidente dice- "atacar las causas" de la pobreza, la corrupción, la violencia y la impunidad, mejorar los sistemas de salud y de educación, para ahora sí, encaminarnos a una solución de fondo a todos estos problemas, y sin dejar los programas sociales de ayuda directa, pero con la diferencia de que éstos sean vistos como algo temporal y no como una obligación permanente del Estado, y que las ayudas económicas sean a cambio de algo (ejemplo: el logro de ciertas metas educativas de los Jóvenes Construyendo el Futuro, la obtención de trabajo formal, trabajo social, etcétera) y de esa manera ir reduciendo la dependencia del pueblo al gobierno, y los más sean capaces de salir adelante por sí solos (enseñar a pescar en lugar de dar pescados).
En otras palabras, en mi opinión, la estrategia y el discurso de la oposición de cara al 2024 deben ser los mismos que los de Morena, pero ciertos y factibles, y a diferencia del discurso del Presidente y su partido, que prometen todo sin saber ni decir cómo ni cuándo, cada promesa de la oposición deberá venir acompañada del "cómo": ¿Primero los pobres? Así... ¿Acabar con la corrupción y la impunidad? Así... ¿Mejorar la salud? Así... ¿Combatir la violencia? Así...
"Así sí", debiera ser el lema de campaña de una sola oposición unida, de manera que todos podamos ver la manera como cada uno de los incuestionables y válidos argumentos de AMLO pueden convertirse en realidad, y sin que el país entero termine en el desastre, del cual, poco a poco, en diferentes áreas hemos ya comenzado a palpar.
Y cuando digo que hay que decir -más no hacer- "lo mismo" que ha dicho y prometido AMLO, hay que tener cuidado con que "lo mismo" no se confunda ni con lo mismo de hoy ni con lo mismo de antes (el llamado PRIAN), porque la peor estrategia político-electoral hoy en México es presentarse como los mismos de antes. Por eso AMLO repite ad nauseam que ellos no son iguales.
Esta vez la oposición debe presentarse como una "nueva oposición", porque nadie, ni los que antes apoyaron a los partidos políticos tradicionales, queremos seguir igual. Todos, pueblo y sociedad, ricos y pobres estamos hartos de escuchar las mismas historias de corrupción e impunidad, y aunque en la práctica todos sabemos que Morena es más de lo mismo, tiene millones de seguidores porque supo diferenciarse, al menos en el discurso, del antes.
Lo mismo, lo anterior, significa pobreza y corrupción; lo nuevo, lo diferente, significa la esperanza de cambio a una vida mejor.
Es una lástima para el país que la idea de cambio esté en manos de mentirosos y corruptos, igual o peor que los anteriores.
El reto será decir lo mismo sin ser ni parecer ni hacer lo mismo, y la solución a ello está en una oposición única y unida, en historiales intachables de los candidatos y en su capacidad para vender los "cómos" y el "así sí".
"Para tener lo que quieres, muchas veces hay que hacer lo que no quieres".
Yo