19S: ¿Día siniestro?

19S: ¿Día siniestro?

Luego de que por tercera ocasión un 19 de septiembre volviera a temblar fuerte en México, comenzaron a surgir toda clase de hipótesis, conjeturas y teorías para explicar, de alguna manera, la extraña coincidencia y tratar de encontrar causalidades en las casualidades.

Hay dos maneras de ver las coincidencias: como las conspiraciones que Ian Fleming plantea en su novela Goldfinger (James Bond): "Una vez es coincidencia, dos es casualidad y tres es la acción del enemigo", o como Agatha Christie lo escribe en su libro Sleeping Murder: "No es imposible querida. Es solo una coincidencia muy notable, y ocurren coincidencias notables".

Una casualidad se refiere a la combinación de dos o más circunstancias o sucesos que ocurren fortuitamente y que no pueden preverse. En cambio causalidad se refiere a la vinculación entre una causa y su efecto.

Las dudas o creencias que siempre surgen, luego de que las casualidades ocurren, es si detrás de ellas hay planes o mensajes escondidos.

En un artículo publicado en 2012, Héctor G. Barnés decía: "Somos seres ultra racionales. Intentamos controlar todas las variables que nos rodean con el objetivo de no dejar nada a la suerte".

Sin embargo, por más insólitas o improbables que parezcan las coincidencias, es irracional darles explicaciones sobrenaturales, o pensar que todas son conspirativas.

El factor de la repetición involuntaria, según Sigmund Freud, "es el que hace parecer siniestro lo que en otras circunstancias sería inocente, imponiéndonos así la idea de lo nefasto, de lo ineludible, donde en otro caso sólo habríamos hablado de una casualidad".

Ejemplos de creencias y supersticiones que tienen origen en meras casualidades hay muchos: manchas y sombras cuya forma se asemeja a representaciones gráficas de seres divinos o diabólicos; números místicos o cabalísticos (gematría) con los que se asocian palabras e ideas basadas en la asignación de números a las letras, y de esa manera encontrar significados "ocultos" en cualquier texto, etcétera.

Los seres humanos tendemos a dar significado a todo. Las coincidencias, las casualidades, el azar, lo aleatorio, nos inquieta. Queremos que todo sea predecible y tenga siempre una explicación. Nassim Taleb, en su obra El cisne negro. El impacto de lo altamente improbable, habla de acontecimientos caracterizados por su rareza a los que después de ocurridos les inventamos explicaciones de su existencia: "Perseguimos el significado que late detrás de la pura coincidencia o los eventos imprevisibles".

La siguiente información hará que los creyentes o supersticiosos (perdón por el pleonasmo) que buscan explicaciones esotéricas o conspiraciones en las casualidades se sientan como niños a los que les acaban de revelar que Santa Claus no existe:

Cada año son percibidos por la población más de 100 mil terremotos en alguna parte del mundo, es decir 300 diarios en promedio. Si se añaden los pequeños sismos que nadie percibe y solo registran los sismógrafos, las cifras sobrepasan el millón de temblores registrados anualmente, y se estima que hay varios millones más, que no alcanzan a ser detectados por los instrumentos. Con base en las estadísticas realizadas desde el año 1900, cada año ocurre en el planeta un terremoto de magnitud mayor a 8 grados; 15 de magnitud entre 7 y 8; y 134 entre 6 y 7. En México se registran cada año más de mil terremotos de una magnitud alrededor de los 3.5 grados, es decir un promedio de tres sismos al día. Lo que pasa es que solo sentimos y damos importancia a los sismos de mayor magnitud.

Si observan el mapa de los sismos que ocurren mensualmente en México (http://www.ssn.unam.mx/sismicidad/resumen-mensual/) verán que la coincidencia de que tres de los más de mil terremotos anuales hayan sido en una misma fecha, no resulta tan extraño.

En lugar de convertir el 19 de septiembre en símbolo de la siniestralidad mexicana, reconozcamos que es mucho más probable que vuelva a temblar otro 19 de septiembre (1:133 mil) que sacarnos el Melate (1:32 millones) y mejor ocupémonos en mejorar la calidad de las construcciones del gobierno, que lo que sí no es casualidad es que las edificaciones más dañadas por los inevitables e impredecibles sismos sean siempre las de los edificios públicos.

"Un sismo obliga a la revisión
de las estructuras de los edificios
y de la sociedad".

Yo