Herencia de México

Herencia de México

Todos los mensajes de Año Nuevo se reducen a frases optimistas y buenos deseos para que el año que recién comienza sea próspero, lleno de paz y armonía, salud y bienestar, o para que tengamos éxito en nuestros emprendimientos y podamos lograr todo tipo de metas.

Como se trata sólo de buenos deseos, nadie se pone a explicar en qué basamos el optimismo que mostramos o las razones detrás de la esperanza manifiesta de que el nuevo año será mejor que el anterior. Nadie, excepto nuestro Presidente en su mensaje de Año Nuevo, cuando parado enfrente de la pirámide maya conocida como el Templo de las Inscripciones dijo:
 
"Estoy optimista y quiero transmitir ese optimismo a todos los mexicanos. ¿En qué baso mi optimismo? Fundamentalmente en lo que somos los mexicanos, en esta grandeza cultural; somos herederos de grandes culturas, civilizaciones espléndidas (...) de todas esas tradiciones, costumbres... y ¿qué nos han dejado? Virtudes extraordinarias como, por ejemplo, el que el pueblo de México sea honesto (sic). La mayor riqueza del México de hoy es la honestidad, por eso hablo de optimismo y creo que nos va a ir muy bien en el 2023".

Vaya razonamiento. Supongo que a la luz de los malos resultados de su gobierno, vio necesario fundamentar su optimismo y así evitar que sus augurios de prosperidad se perciban como falsas expectativas.

El Presidente se refiere a la civilización maya, y en general al pasado indígena, como el legado, la herencia que (según él) permite a los mexicanos "salir de cualquier adversidad, como inundaciones, temblores, malos gobiernos, pandemias, porque México es muy fuerte por sus culturas (sic), por sus tradiciones, por sus costumbres y porque tiene un pueblo bueno, honesto y trabajador".

Quiero ver al gobierno mexicano en este siglo XXI, sentado en una mesa de negociaciones multilateral, defender los intereses mexicanos con el argumento de que nuestros antepasados fueron grandiosos.

Si eso valiera, si la historia de las grandes civilizaciones y sus herencias culturales fuesen suficientes para que los pueblos herederos hagan frente a las adversidades modernas, países como Grecia, Egipto y Turquía, por mencionar algunos, deberían ser potencias mundiales.

Para los herederos que piensan que sin hacer nada pueden vivir para siempre de sus legados, les comparto dos importantes conclusiones sacadas de estadísticas de empresas y fortunas familiares en todo el mundo:
 
1. El 80% de las empresas familiares no sobrevive a la segunda generación.

2. Las familias crecen más rápido que las empresas.

Y se preguntarán ¿qué hizo el otro 20% para sobrevivir y crecer a pesar de los distintos gobiernos familiares, que en una generación pueden tener miembros trabajadores y capaces, y en la siguiente miembros ineptos, voraces, locos o bohemios?

La respuesta, que aplica igual al gobierno de una empresa familiar que al de un país, está en la institucionalización, en organismos autónomos que impidan que el poder de un individuo o un grupo acabe con el patrimonio, principios y valores de la empresa o del país.

La grandeza de la civilización maya se acabó hace mucho.

Recordar el esplendor de antiguas civilizaciones hoy sólo sirve para fines turísticos, novelescos o de investigaciones históricas que nos permiten entender las razones que dieron pie a la decadencia de grandes imperios y por qué no sobrevivieron hasta hoy.

El Presidente seguramente piensa que si no hubiera sido por los españoles, los imperios azteca y maya hubieran sobrevivido hasta hoy, como si, en nuestro caso, el universo debiera habernos dispensado de las causas que a lo largo de la historia producen guerras, motivan invasiones y conquistas, y de conocimientos y descubrimientos que han dado origen a emprendimientos de toda índole, como atreverse a explorar el mundo y el universo para averiguar si la Tierra era plana o si hay vida en otros planetas.

El legado, la herencia que debemos dejar a las siguientes generaciones, no es de grandes construcciones, sino de instituciones, tan grandes, sólidas y autónomas que, llegado el caso, sean más fuertes y resistan los embates del gobierno en turno.

El día que las tengamos, con ellas podremos fundamentar optimismo para los años venideros.

"Un iluso pone la cabeza en la Luna,
un optimista pone la cabeza en la Luna
y los pies en la tierra".

Yo