Muro Invisible
No se necesita ser urbanista para entender la lógica elemental que nos dice que si hay menos automóviles circulando, los congestionamientos viales serán menores.
Hace 13 años escribí en este mismo espacio un artículo que titulé: "Inmovilidad urbana", en alusión al problema de movilidad urbana de Guadalajara, problema que lejos de mejorar ha empeorado a pesar de la construcción de nuevas líneas del Tren Ligero, de los esfuerzos para mejorar las redes de transporte público o de la red de ciclovías, que debieron haber contribuido de manera mucho más significativa a la reducción del tráfico, pero que terminaron (al menos hasta hoy) subutilizadas, además de que en muchos casos, para darles cabida, se eliminó un carril completo a los automóviles, aumentando el congestionamiento vehicular en ciertas calles y sin que ninguna bicicleta circule por ellas.
Es curioso, pero si vamos a ciudades europeas no tenemos empacho en montarnos en una bicicleta para ir de un lugar a otro, como tampoco tenemos problema en utilizar el "subway" de ciudades como Nueva York, a pesar del mugrero y amontonamiento en muchas de sus estaciones, y lo hacemos por dos razones: porque donde sea que estemos siempre hay una estación a distancia caminable, y porque la cultura social permite convivir con relativa seguridad y sin mayores problemas, al menos durante los trayectos, a personas de todos los estratos sociales. Acá, en la cultura nacional, tener automóvil es símbolo de progreso o de "estatus social", por lo que el transporte público masivo se considera exclusivo para las clases socioeconómicas más bajas.
Y para agravar el problema, en muchas partes del país no hay manera de que los taxis convencionales convivan pacíficamente con las plataformas de transporte por medio de aplicaciones, las llamadas ERT (Empresas de Redes de Transporte), las cuales contribuyen a la reducción del uso de automóviles privados.
Yo alguna vez dije que si plataformas como Uber, o similares, operaran de manera confiable, segura y suficiente a todas horas del día, yo tiraría mi automóvil. ¿Para qué (carajos) quisiéramos tener un automóvil propio si podemos movernos todo el tiempo con chofer, en un auto de modelo reciente, limpio y sin tener que comprarlo, asegurarlo, mantenerlo, echarle gasolina... ni siquiera estacionarlo?
El problema del tráfico y congestionamientos vehiculares es dual. Tiene que ver por un lado con el crecimiento y el desarrollo urbano, y por otro, con la cultura y la educación.
Se trabaja sólo en lo primero, en las soluciones físicas y económicas de los problemas, dejando de lado las soluciones culturales o educativas que cuestan mucho menos y en muchos casos pueden ser mucho más efectivas.
Entre las soluciones físicas al problema de movilidad en Guadalajara, hoy se analiza la posibilidad de construir un segundo piso sobre la Avenida López Mateos, que si bien creo que ayudaría en alguna medida a descongestionar temporalmente el tráfico en esa zona, al final será sólo una más de las medidas mitigantes, en este caso bastante costosa. Hay otras medidas que podrían costar menos y ayudar más, como la que propuse hace tiempo en este mismo espacio y que en mi opinión debería ser analizada seriamente. Lo que propongo es quitar la vía del tren que parte a la ciudad en dos y constituye un "muro invisible" que sólo se puede cruzar en determinados puntos, los cuales funcionan como embudos vehiculares a los que obligadamente entramos todos los que necesitamos cruzar la ciudad de norte a sur o viceversa. Analícenlo ustedes mismos: la única forma de pasar de un lado al otro de las vías es por los embudos de López Mateos, de la Avenida Arcos, de Federalismo, de 8 de Julio, etcétera.
Si las vías del tren se retiraran, haciendo una especie de "libramiento ferroviario", podría haber decenas de cruces adicionales que descongestionarían el tráfico de las avenidas donde hoy desembocan esos embudos, siendo el de López Mateos uno de los más transitados.
Además, en el espacio que hoy ocupan las vías, se podría diseñar un enorme parque lineal que toda la ciudad disfrutaría.
Con creatividad inteligente, se pueden encontrar soluciones disruptivas que mejoran la calidad de vida de todos. Lo único que necesita hacer el gobierno es escuchar otras opiniones, abrir la mente y cerrar la cartera.
"El caos social es la penitencia
por el pecado de omisión ciudadana".
Yo