Política de guasa

Gracias al Presidente y su partido, las reglas y el sistema electoral del país se han convertido en una guasa, plagada de burlas, eufemismos y payasadas.

Con precandidatos -que no son precandidatos- iniciaron las precampañas -que no son precampañas- para competir por la candidatura presidencial que no se llama candidatura presidencial, sino Coordinación Nacional de la Defensa de la Cuarta Transformación.

Cada uno de los no-candidatos dio inicio a sus respectivas giras -que no son giras, sino recorridos informativos- con un plan de promoción y marketing político, y que en casi todos los casos son una insultante trivialización de la política y de la selección de candidatos a ocupar el puesto público más importante del país, y del cual dependen la vida, salud y economía de todos los mexicanos.

El caso de Ebrard comenzó con la ocurrencia de crear una nueva Secretaría de Estado, llamada Secretaría de la 4T, para entregársela nada menos que al "destacado y brillante" hijo del Presidente, Andrés "Andy" López Beltrán.

Esta idea no sólo es mala y fuera de lugar, sino populista, lambiscona, nepotista y corrupta. Populista porque manipula el fanatismo y apoyo popular a la 4T.

Lambiscona porque pretende perpetuar la "obra política" de AMLO; nepotista, porque a través de su hijo -que además se llama igual- el Presidente mantendría un puesto de poder a nivel de secretario de Estado. Y corrupta porque convertiría al partido de Morena de facto en una Secretaría de Estado, con presupuesto ilimitado, proponiendo y asignando cualquier tipo de obras y proyectos que Morena, el ex Presidente y su 4T consideren fundamental para sus intereses, objetivos y continuidad.

"Andy" no rechazó la idea de la Secretaría, lo que rechazó fue encabezarla, supongo porque siempre será más conveniente operar negocios e influencias tras bambalinas, que de cara a la nación.

El caso de Claudia inició con una escenificada ceremonia indígena en la que recibió el "bastón de mando" de los pueblos originarios, le hicieron una "limpia" y le aseguraron que, "aunque las gentes malvadas la critiquen, los elementos sagrados están con ella y triunfará". Un ritual con una extraña y esotérica mezcla de orígenes e identidades: la indígena, por un lado; la judeo-mexicana, por otro, y la de una "fifí" acartonada que a como dé lugar quiere ser chaira.

El caso de Adán es el de un precandidato -que no es precandidato- al que no se le da mucho la algarabía. Su marketing político y eslogan se reduce a un soso juego de palabras entre su inusual nombre propio y el apellido que tiene en común con el Presidente. "Que siga López. Estamos Agusto", dicen sus anuncios, y a un video musical titulado "Adán va" consistente en una canción de letra y de rimas forzadas que dice: "Está llegando Adán Augusto, de corazón y carácter justo...".

El caso de Monreal es, tal vez, el más trivial y ofensivo de todos.

Sus intentos por "conectar" con las nuevas generaciones y volver sus ocurrencias "virales" me parecen ridículos.

Como si se tratara de la venta de productos comerciales dirigidos al sector popular, creó un personaje llamado "Monri", que igual puede ser una caricatura, un superhéroe, una botarga o mono de peluche.

Alrededor de este personaje salieron los llamados "Monreluches" (muñecos de peluche con su imagen) y, por si fuera poco, también sacó un estúpido y pasado de moda videojuego llamado "Monrigame", en el que su avatar Monri acude a llamados de auxilio que hacen ciudadanos en diversas situaciones de peligro.

Lo anterior me parece un insulto a la inteligencia y edad mental de los electores, y pone en duda el nivel intelectual de un senador de la República que aspira a ser Presidente. ¿Acaso piensa que los electores votarán por él, creyendo que los superpoderes imaginarios de Monri serán suficientes para sacar al país adelante? Pena ajena.

La trivialización de la política es preocupante porque los verdaderos problemas del país no se tocan, y las campañas políticas en tono de guasa son un agravio más para quienes han sufrido o han sido víctimas de la ineficacia, irresponsabilidad, negligencias y corrupción de los distintos gobiernos en turno, incluido por supuesto el de la 4T que, vendiéndose como "diferente", ha resultado igual o peor que todos.


"Los políticos piensan
en la siguiente elección. Los estadistas
en la siguiente generación".

James Freeman