Símbolos sintéticos

El documental de Netflix titulado "Nothing Lasts Forever" (La mentira más brillante) aborda el mundo del comercio de diamantes, un tema fascinante que habla por un lado del valor simbólico que estas piedras tienen, y por otro, de los diamantes fabricados en laboratorios, llamados industriales o "sintéticos", y que al ser físicamente idénticos a los "naturales" (inclusive a nivel atómico) plantea si deben o no considerarse falsos solo porque la ciencia y la tecnología lograron replicar y acelerar el proceso de presión y temperaturas extremas con las que el carbono se transforma en diamante, y que ocurre en la naturaleza durante millones de años.

El grupo DeBeers, llamado "el cártel de los diamantes", es una compañía casi monopólica que controla la mayor parte de la producción de diamantes mundial, creando una "escasez artificial" que mantiene el precio de los diamantes, pero -y esto es lo importante-, no solo de los diamantes naturales sino también de los sintéticos, que, al ser indetectables, una enorme cantidad de éstos se mezcla entre los llamados "naturales".

La parte genial de la mercadotecnia de DeBeers nació con su eslogan "Un diamante es para siempre", con el cual convirtió simples piedras en símbolo universal del amor, indestructible, eterno.

Lo que el documental plantea es que al final nadie quiere realmente saber el origen de los diamantes. Ni los comerciantes que verían disminuido significativamente su valor y mucho menos las mujeres que los reciben montados en un anillo de compromiso.

Lo que importa es el símbolo, y para conveniencia del mercado de diamantes, un símbolo valioso no puede ser barato.

Supuestamente el valor económico de algo simbólico debería ser irrelevante, pero gracias a DeBeers, y a todas las marcas de lujo, no es así. Una copia idéntica -inclusive fabricada en el mismo lugar y con los mismos materiales y calidad de producción- es copia solo si el vendedor lo dice, si no, es original.

La pregunta en este caso es si debido a distintos procesos de fabricación, dos cosas que material y científicamente son iguales pueden ser consideradas diferentes.

Si el hombre descubrió un método para lograr en corto tiempo lo que a la naturaleza le lleva millones de años producir, ¿hace esto que el resultado obtenido sea falso? Yo no creo. Y hago esta analogía: un hielo creado con agua adentro de un congelador es y enfría igual que un pedazo de hielo de un iceberg formado durante miles de años en los polos de la tierra.

Lo que el avance de la ciencia, y en especial de la Inteligencia Artificial, está haciendo es que mientras el resultado sea bueno (y en el caso de alimentos saludable), el origen o procedimientos de fabricación de las cosas no importa.

Hoy es considerado estúpido perder el tiempo haciendo cosas a mano que una máquina o una computadora haría mejor y mucho más rápido.

El valor de lo "hecho a mano" ya no es por la calidad del resultado, sino por su simbolismo, el cual tiene que ver con el tiempo, dedicación y esfuerzo humano que antes de la era tecnológica era necesario invertir para lograr cosas de calidad, delicadas, exquisitas, intrincadas o difíciles de hacer bien.

¿Por qué les damos tanta importancia y valor a los símbolos cuando éstos son solo figuras retóricas de pensamiento, signos, evocaciones o representaciones visuales, auditivas o materiales de ideas abstractas?

Para el filósofo, teólogo y escritor español Raimundo Pániker, el hombre no puede vivir sin símbolos, y así lo plantea: "Es en el símbolo donde lo que es se nos muestra. El símbolo no es la realidad, que nunca existe desnuda, por así decirlo, sino su manifestación, su revelación. El símbolo no es otra 'cosa', sino la epifanía de esa 'cosa'".

La sinopsis del documental mencionado termina diciendo: "antes de poner una rodilla en el suelo para proponer matrimonio con un costoso anillo de brillantes, vean este documental". Trayendo este último comentario a la vida social y política de hoy en México, les diría a todos los mexicanos que: antes de poner su voto en una urna, lean este artículo y piensen si la esperanza de justicia social, si la promesa de amor a los pobres que les están vendiendo es real o sintética, si es solo un símbolo, la epifanía de un redentor fabricado en un laboratorio de mercadotecnia política.

"Cada uno decide

en qué mentira creer".

Yo