Ximhai

El gobierno enfrenta una disputa en torno a los nuevos libros de texto gratuitos debido, entre otras cosas, a que incumplió el requisito legal de someterlos a consulta de especialistas y gobiernos estatales.

Es difícil emitir una opinión respecto a un tema tan amplio y complejo en un espacio tan breve como éste, pero trataré de hacerlo.

Comienzo por decir que lo importante no son los errores ortográficos, gramaticales o de graficación que se subsanan con simples "fes de erratas", sino el contenido, los conocimientos, los planteamientos culturales, filosóficos, psicológicos, biológicos e históricos que se pretenden enseñar a los niños y jóvenes mexicanos bajo el "nuevo modelo educativo".

Esto es lo que no se discutió con todos los actores especialistas en la materia, y por lo tanto no tiene el consenso de la sociedad mexicana toda. Se trata entonces de un modelo educativo concebido y elaborado por el Poder Ejecutivo, tomando en cuenta sólo las opiniones de sus propios asesores, bajo su particular y sesgada visión política, social e histórica de México y del mundo.

Para mí, la educación pública debe ser, además de laica, libre de ideologías, políticamente neutra, sin embargo, según explicaron sus creadores, los nuevos libros de texto están basados en el concepto educativo del pedagogo brasileño Paulo Freire, famoso por la introducción de su libro titulado "Pedagogía del oprimido" (dedicado a "los desharrapados del mundo").

En la introducción de ese libro, el método educativo se sintetiza en una sola frase: "alfabetizar es concienciar", la cual lleva precisamente a pensar que el objetivo de la Nueva Escuela Mexicana, más que educar es adoctrinar a las futuras generaciones de acuerdo con los conceptos y objetivos políticos y sociales de la llamada 4T y que divide a la sociedad entre opresores y oprimidos.

No se necesita ser pedagogo para darse cuenta de la fuerte carga ideológica-política que hay detrás de un concepto educativo que al adentrarse en él propone el "deseducar", "decodificar", "desaprender" todo lo hasta ahora aprendido, sin darle valor alguno a los avances de la humanidad y de la sociedad actual, como si nada de lo logrado hasta ahora valiera la pena conservarlo y tuviéramos que desecharlo todo y empezar de cero.

Si el objetivo es poner en blanco, "resetear" la mente de los educandos, desaprender para volver a aprender, las preguntas entonces serían: ¿qué es lo que se pretende re-enseñar a los niños y jóvenes de hoy y que serán los hombres y mujeres de mañana? ¿Cuál es el arquetipo, no de mexicano, sino de ser humano que han idealizado y al que habríamos de aspirar a ser?

Lo pregunto porque todo indica que el arquetipo del mexicano "ideal" de la 4T es muy diferente al que una sociedad moderna, cosmopolita e informada requiere.

Llamaron a la colección de libros de texto "Ximhai", y que si bien en la lengua otomí significa universo, se trata de una expresión que engloba todo lo que nos rodea, visible e invisible, material e inmaterial; una manera de contemplar y de comprender las distintas formas de ver y percibir al mundo y sus secretos.

En los nuevos libros de texto se percibe una contradicción al concepto de Ximhai, pues excluye, en mi opinión deliberadamente, nuevas formas de ver el mundo y de resolver sus problemas. Y si ampliamos la perspectiva y vemos nuestra historia reciente proyectada al futuro, con todo y nuestras computadoras, teléfonos, autos eléctricos, inteligencia artificial, etcétera, en unos cuantos siglos más seremos vistos como los pueblos originarios del planeta, y nuestros tenis y ropa "de marca" como una mera evolución de los huaraches y taparrabos de los pueblos originarios y que serán exhibidos en algún museo del futuro.

Si el concepto de Ximhai lo aplican cabalmente y en ese universo otomí verdaderamente cabemos todos; si toman en cuenta los puntos de vista de los mexicanos más capaces, y de los que legítimamente aspiramos a tener y disfrutar una vida mejor que la de nuestros antepasados, estaré entonces de acuerdo con los objetivos pedagógicos de la Nueva Escuela Mexicana. Pero si se trata sólo de ver al pasado, de darle valor sólo a la cosmovisión de civilizaciones antiguas, entonces me opongo. Y me opongo porque la nueva escuela, tal como se aprecia, será un retroceso intelectual enorme, una colección de nostalgias y de historias de lucha contra viejas adversidades hoy superadas.

"La igualdad es la madre
de la mediocridad".

Yo