Paradoja de la abstención
Cuando se quiere reclamar algo al gobierno, siempre será mejor hacerlo a través de una organización que en lo individual.
Los individuos estamos mucho más expuestos y somos mucho más débiles y vulnerables que las instituciones, especialmente con un Presidente al que le importa más saber quién reclama, que aquello que se reclama, porque eso le permite personalizar el problema y reducirlo a un interés particular que por ser tal, no merece su atención. Con respuestas como "se escucha, pero no se comparte", "se respeta el derecho a manifestarse" se evaden las discusiones de fondo.
Las organizaciones políticas y sociales son las que hacen la diferencia entre la fuerza y la razón de uno y la fuerza y la razón de todos, y le dan sentido y poder motivador a lemas, máximas y refranes que resumen las más valiosas experiencias y lecciones de vida.
Ejemplo de ello es el lema conocido por todos "La unión hace la fuerza" derivado de una frase en latín, que todos deberíamos tener siempre presente: "concordia res parvae crescunt" (las cosas pequeñas florecen en la concordia), o la famosa máxima "Divide y vencerás" tan socorrida en tiempos de guerras y turbulencias políticas, y muchas otras frases que forman parte del argot popular, como la advertencia "No somos machos, pero somos muchos" y que supuestamente emanó cuando un grupo homosexual fue amenazado por individuos homofóbicos.
Pues así, igual, unidos y protegidos por el anonimato del voto, en las próximas elecciones debemos espetarle en la cara al Presidente lo que millones de mexicanos honestos, trabajadores y con aspiraciones legítimas pensamos de él y de su fallido gobierno: "no somos jodidos, pero somos muchos".
Para ello es necesario vencer el abstencionismo.
El país está como está, porque los que no dependemos del gobierno, los decepcionados de la política, los jóvenes, y en general los mexicanos más informados y educados, somos los que menos votamos. Unidos seríamos una mayoría que enfrenta a una minoría organizada, adoctrinada y "maiceada" por una opción política que resultó ser mucho más incapaz, corrupta y antidemocrática de lo que imaginamos.
Nos están dividiendo para vencer. Y no hay otra forma para unirnos y hacer fuerza más que a través de las alianzas políticas que se han formado, aunque ninguno de sus integrantes nos atraiga del todo.
Las organizaciones sociales y las alianzas políticas -con todo y los defectos particulares que puedan tener- como entes colectivos, tienen cualidades y capacidades que los individuos no tenemos: despersonalizan las denuncias y los reclamos, de manera que lo importante sea lo que se dice, y no quién lo dice; tienen el poder de los expertos, tienen poder económico, canales de comunicación, representatividad y autoridad moral para canalizar ideas, proyectos, demandas de la sociedad, etcétera.
Lo único que no pueden hacer por nosotros es votar. Eso lo tenemos que hacer nosotros.
Mientras llega el tiempo de ir a las urnas, lo que nos corresponde hacer a los ciudadanos preocupados por el rumbo que el país ha tomado bajo el mando de AMLO y su 4T, es promover el voto, para que ese derecho individual no se desperdicie, y que el abstencionismo (para mí valemadrismo) de los escépticos, apáticos, decepcionados o desinformados, no contribuya al triunfo y continuidad de grupos y mafias de poder que han empeorado al país y que son la mismísima razón de su decepción.
Y si el argumento (que más bien es excusa) para abstenerse de votar es no saber a cuál partido o candidato irle, porque todas las opciones nos parecen igual de malas, o más de lo mismo, en lugar de perder sin siquiera jugar (por "default") al menos votemos por el partido, alianza o candidato que nos parezca sea el mal menor.
Es una paradoja que los abstencionistas tengan que hacer lo que no quieren (votar) para tener lo que quieren (un país en paz, seguro, con servicios de salud eficientes, con una educación pública de calidad, etcétera). A los abstencionistas, y a todos los que con toda la razón del mundo están decepcionados de la política y de los políticos, y por lo tanto no quieren saber nada de ellos, les digo: no involucrarse en los asuntos públicos, no informarse y no votar es darse un balazo en el pie, y de paso... llevarnos a todos entre las patas.
"Para tener lo que quieres, a veces hay que hacer lo que no quieres".
Yo