El lado obscuro

Luego de que vi el escalofriante video que mostró cómo los jóvenes desaparecidos en Lagos de Moreno habrían sido obligados a matarse entre ellos, me invadieron miedos, preocupaciones y una enorme angustia que hasta el día de hoy me tiene con el corazón apretado. No puedo sino pensar en la clase de enfermos mentales, de escoria infrahumana, o no sé cómo llamarles, que debieron ser los que filmaban las escenas y les aventaban piedras y cuchillos para que los jóvenes secuestrados pudieran llevar a cabo la matanza. ¿Por qué o para qué hicieron eso? ¿Por mero placer? Me los imagino como en una película de terror o una historia de asesinos seriales disfrutando la sangre, los gritos y el sufrimiento a carcajadas.

Y en cuanto al chiste que el Presidente contó al final de la conferencia mañanera luego de que en medio de una gritadera le preguntaran al respecto, quiero creer que en realidad no oyó o no puso atención a lo que en ese momento preguntaban, pues no puedo concebir que alguien pueda burlarse o hacer un chiste con un incidente de esta naturaleza, a pesar de que hay constancia de que en otras ocasiones ha mostrado una enorme falta de empatía, como hacia los niños con cáncer, las madres buscadoras, o cuando dijo: "Ahí están las masacres, jeje", en respuesta burlona a un recuento de masacres publicado por este diario.

Su política de "abrazos, no balazos", que impone limitaciones al uso de la fuerza para combatir criminales bajo el argumento de que "también son seres humanos", es una defensa discrecional de derechos humanos revueltos con intereses políticos y complicidades.

En un mundo civilizado, el planteamiento de que la violencia no se combate con violencia es válido, pero no aplica en los casos de defensa propia o de la defensa colectiva, responsabilidad exclusiva del Estado, que tiene la obligación de salvaguardar la integridad de las personas, su patrimonio, sus derechos, sus libertades y mantener el orden público.

El grado de crueldad al que el crimen organizado ha llegado es tal que me parece un agravio a la sociedad el mencionar siquiera la idea de tratar a asesinos de esta calaña, a animales salvajes que depredan todo a su alrededor, con "abrazos y no a balazos", y no se diga con la infantil amenaza de "acusarlos con sus mamás", como alguna vez lo dijo el Presidente.

Ronald Riggio (en la publicación Cutting-Edge Leadership) plantea la siguiente pregunta: ¿si la mayoría de las personas considera tener principios morales sólidos, por qué tantos se vuelven malos?

La historia está repleta de comportamientos inmorales y de terror por parte de grupos, personas, organizaciones y naciones, y que van desde genocidios, y matanzas de toda índole, hasta ambiciones y corrupción masiva.

Estos eventos, dice Riggio, no son acciones de individuos aislados, sino de grupos guiados por un líder tóxico. Pero los males y destrucción que estos líderes causan no serían posibles sin seguidores, quienes justifican sus acciones apelando a fines superiores o argumentando que ellos sólo "siguen órdenes" en un vano intento por "desplazar" su responsabilidad.

Ahora bien, ¿cómo evitar que una persona que alguna vez se consideró a sí misma buena se convierta en mala?, ¿qué debemos hacer en el momento en el que la disyuntiva entre hacer el bien o el mal se presenta?

El eticista Craig Johnson dice que el antídoto es hacernos responsables de nuestras acciones y estar alertas a los peligros de retirarnos o desconectarnos con la moral, especialmente cuando otros nos incitan a hacer el mal, es decir, a pasar al "lado obscuro" de la vida, preguntándonos siempre si las acciones que se nos proponen las consideramos malas o no; si lo que decimos o lo que nos dicen esconde lo que en realidad está ocurriendo; o si para justificar nuestras acciones culpamos a otros, inclusive a las víctimas del daño que les haríamos (ellas se lo buscaron, no debieron estar aquí...).

Pienso que de la misma manera como nos hemos manifestado con relativo éxito para otros asuntos, lo debemos hacer y de manera mucho más enérgica y masiva para exigirle al Presidente un cambio de estrategias de seguridad y de combate al hasta hoy imparable crimen organizado. No es posible vivir con miedos, a merced de criminales y bajo la ley de la selva.

"La paz llegará el día en que ser bueno no equivalga a ser pendejo".

Yo