Dime con quién andas
En otras circunstancias y en otros tiempos, la presencia militar extranjera en un desfile del 16 de septiembre habría sido vista como símbolo de fraternidad, cooperación y buenas relaciones de México con el mundo.
Pero las circunstancias de hoy no son las de antes. Las de hoy exigen ciertas definiciones y compromisos que no se pueden eludir, fingir demencia o alegar una convenenciera "neutralidad".
Frente a crímenes de lesa humanidad, frente a violaciones de derechos humanos o a la soberanía de otros países (como son los casos de las dictaduras latinoamericanas o la invasión Rusa a Ucrania, entre otros), declararse "neutral", hacer nada, guardar silencio y, peor aún, demostrar admiración y amistad incondicional a los dictadores y agresores, son decisiones cobardes que toman un partido cómplice.
Es a lo que se refieren dos dichos: el que dice: "Dime con quién andas y te diré quién eres", y la frase atribuida a Albert Einstein: "El mundo no será destruido por las personas que hacen el mal, sino por aquellas que lo ven y no hacen nada". Y es un hecho que AMLO "anda" con dictadores y no hace nada para combatir el mal y sancionar agresores.
¿O de qué otra manera se explica su admiración, deferencias y consideraciones a dictaduras como las de Cuba, Venezuela o Nicaragua, a villanos como Evo Morales o Pedro Castillo, quien intentó dar un autogolpe de Estado en Perú; o a un autócrata como Putin, que sin más motivo que sus propios intereses, decide invadir Ucrania? ¿Cómo se explica que miembros destacados de su gobierno y de su partido propongan abiertamente el comunismo como la mejor opción para reducir desigualdades y combatir la pobreza, o que hayan incluido teorías marxistas probadamente fracasadas en la educación pública de la niñez mexicana bajo el argumento falaz de lograr igualdad y bienestar para todos?
En las redes sociales los cuatroteístas defienden y justifican la participación de contingentes militares rusos, cubanos o nicaragüenses (entre otros países que se invitaron para "taparle el ojo al macho") con unas comparaciones con Estados Unidos que llamaron mi atención. Unos decían que alguna vez también fueron invitados a desfilar cadetes estadounidenses a pesar de que "en el pasado fue invasor y enemigo de México"; otros que aquel país "lanzó bombas nucleares y se inmiscuye en la política latinoamericana", infiriendo así que entonces está bien que México se alinee con dictadores o invasores porque sus atrocidades son similares o de menor envergadura.
Cuando leí esto, me di cuenta de que los fanáticos de la 4T, al estar cegados por sus resentimientos, no ven lo obvio: que AMLO ha alineado a México en el bando de las dictaduras, regímenes totalitarios o teocráticos del mundo, cuyos gobiernos han sumido a sus pueblos en la miseria y la desesperanza.
Ninguno de ellos se ha puesto a pensar en qué clase de país quieren vivir. No ven o no se han preguntado ¿por qué, a la hora de la verdad, cuando se trata de la propia supervivencia o de mejorar su calidad de vida, los otrora defensores del populismo huyen de sus admiradas dictaduras y emigran legal o ilegalmente precisamente a los países que critican y odian (Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, Francia, etcétera) y que son el centro de la vorágine capitalista?¿Por qué si los gobiernos comunistoides que alaban son tan buenos como dicen, los más pobres no emigran entonces a países como Cuba, Venezuela o Nicaragua?
Los defensores de la 4T deben primero reconocer y aceptar que no hay ningún país ni sistema de gobierno perfecto. En todos, en diferentes grados hay injusticias, desigualdades y corrupción. Luego deben preguntarse y responderse a sí mismos con sinceridad y sin apelar a utopías: ¿a cuál de los imperfectos países del mundo quisieran que se parezca México? Si su respuesta es algo parecido a Cuba o Venezuela, no hay nada que hablar. O empacan ellos o empacamos todos los demás.
Estoy seguro de que explicado así, con "peras y manzanas", la enorme mayoría de los mexicanos preferirán vivir en los imperfectos, injustos y desiguales países del primer mundo, que en los imperfectos e injustos países antidemocráticos y anticapitalistas que admiran, y en los que la añorada igualdad se reduce a una: todos (excepto los gobernantes) son igual de pobres.
"Las desigualdades se reducen
subiendo el piso, no bajando el techo".
Yo