Debate inútil

Confirmo una vez más lo que hace unas semanas dije: los debates entre candidatos no están sirviendo a su propósito: mostrar a la población las diferentes posturas y propuestas de trabajo, alternativas y posibles soluciones a los temas que son de la mayor importancia para el país y compararlas entre sí para, con base en ello, decidir de manera informada por quién votar.

Los debates en su actual formato solo sirven para ver cuál de los participantes es el mejor histrión, el más cínico o mentiroso, el más apto para atacar o defenderse, o para ver quién se equivoca con alguna palabra, o quién presenta la mejor parafernalia para el show mediático y los "memes".

De poco o nada sirven para evaluar la viabilidad de las promesas de bienestar y prosperidad que mencionan o para conocer el rumbo político-económico que cada uno dará al país en caso de ganar la elección.

Con el formato y reglas establecidas, con los segundos contados contrarreloj, no es posible debatir seriamente asuntos tan complejos como el sistema de salud de un país, la educación, la corrupción o la seguridad nacional.

No me parece justo ni para los candidatos, ni para los ciudadanos, que no se le dedique tiempo suficiente a escuchar las propuestas y los argumentos de uno y otro en torno a asuntos cruciales.

Los moderadores son meros lectores de preguntas y administradores de "bolsas de tiempo". Debieran al menos tener facultades similares a las de los árbitros de futbol, que detienen un partido por diferentes motivos y a su juicio asignan tiempos extra de compensación; debieran tener la facultad para exigir a los candidatos que respondan lo que se les pregunta y evitar que se salgan del tema para denostar o hablar de cosas que no vienen al caso. ¿A quién le importa, por ejemplo, si Claudia Sheinbaum vive en un departamento rentado y Xóchitl Gálvez en uno propio? ¿Significa eso que la primera es honesta y la segunda corrupta, o que la vida económica de la primera es un fracaso y la de la segunda un éxito?

Con este formato de debates lo único que queda en la memoria ciudadana son los errores que cualquiera comete cuando se ve obligado a responder preguntas importantes -que en muchos casos requieren de amplias explicaciones- bajo una brutal presión de tiempo, y al mismo tiempo responder ataques personales de los adversarios.

Los debates no deben ser un ring para pelear, ni un "casting" para demostrar dotes fotogénicas o actorales, como si se tratara de obtener el rol protagónico de una telenovela o la conducción de un programa de televisión. Son nada menos que para buscar obtener el rol y la responsabilidad de conducir un país, por lo que no debiéramos tener los segundos contados para escuchar, comprender, evaluar y comparar a fondo las opciones.

Para lo importante no hay tiempo. Hay más tiempo para escuchar mentiras y respuestas absurdas, como la que Claudia Sheinbaum dio a la pregunta ¿cuál es su plan para fortalecer el sistema de salud y asegurar el acceso equitativo para todos los mexicanos? A la que respondió (cual aspirante a reina de belleza) que: "esencialmente se trata de fortalecer el sistema de salud pública (sic)".

O sea que su plan para fortalecer el sistema de salud es fortalecerlo. No, pos' sí. Está bueno ese plan. No tiene pierde. Y lo mismo con Máynez, quien en respuesta a la misma pregunta dijo que "ese México con prosperidad incluye un sistema de salud verdaderamente universal (...) y que le dé medicinas a cada niña y a cada niño desde el primer día de su nacimiento". No pos' sí también. Que les den medicinas a todos.

La única que alcanzó a medio esbozar una propuesta seria fue Xóchitl Gálvez, quien por la presión de tiempo se refirió apresuradamente a un plan para regresar el Seguro Popular con una tarjeta Mi Salud, que financiaría la atención médica. Un plan que se antoja viable, pero que no hubo tiempo para conocer y evaluar sus ventajas o desventajas, o compararlo contra el actual IMSS-Bienestar que se quiere "fortalecer".

La mayor parte de los debates se dedican a hablar del pasado y a sacar viejos trapos sucios al sol.

Meses enteros de campañas, miles de millones gastados y no hay tiempo para pensar, debatir, contrastar, comparar y tomar decisiones informadas.

Dedicamos demasiado tiempo a destruir. Lo que falta es dedicar tiempo para construir entre todos el país que queremos.

"El tiempo es nuestro".

Yo