Central Avionera
La organización alrededor de las obras que desde hace meses "ejecutan" en un punto neurálgico (la mera entrada) del Aeropuerto de Guadalajara, apodado ahora y con razón "Central Avionera", son una muestra de desorden, desinterés y falta de consideración a los usuarios de la terminal aérea de la segunda ciudad del País o la primera ciudad de segunda, como usted prefiera llamarla. A pesar del evidente caos que la obra provoca, pienso que si le preguntáramos a la administración aeroportuaria cuándo estiman concluir las obras, su respuesta sería la misma que en la novela La agonía y el éxtasis, Miguel Ángel daba al Papa Julio II cada vez que éste preguntaba cuándo terminaría de pintar la bóveda de la Capilla Sixtina: "¡cuando acabe!".
Pero el aeropuerto tapatío dista mucho de ser una "obra maestra" que merezca espera, más bien es una "obra de maistro" que merece sanciones.
Esto que ahora comento son experiencia y opinión generalizada.
Hace unos días llegué al susodicho aeropuerto a las 6:30 de la mañana. Como todos saben, para acercarse a la terminal ya sea a dejar o recoger un pasajero hay que rodear el estacionamiento, donde ahora se vuelve un embudo sin ningún señalamiento que indique el área para el descenso de pasajeros.
Para bajarse hay que parar el auto a media calle, abrir la cajuela y sacar maletas en medio de la "pitadera" y mentadas de madre de los que vienen atrás. Las colas de automóviles que se forman son tan grandes que ponen en riesgo la pérdida de vuelos, obligando a muchos a bajarse antes de llegar a la terminal y hacer el recorrido a pie con todo y equipaje.
Y si llueve, o se trata de una persona mayor, pos' ni modo. Ese es problema nuestro.
El escenario es caótico y la primera y última impresión de la Ciudad es vergonzosa. Autos parados donde sea, personas de todas las edades amontonadas, subiendo y bajando maletas en la calle, circulando por angostos andadores despedazados, con agujeros y tropezones que impiden rodar maletas y caminar en una superficie más o menos uniforme. Todo improvisado y chafa.
Y por si esto fuera poco, el punto de cruce peatonal y acceso a la terminal desemboca ahora en la puerta de salida de vuelos internacionales, que entre las 6:00 y 7:00 de la mañana está repleta de personas que esperan la llegada de familiares, unas sentadas y otras de plano acostadas en el piso bloqueando la entrada (que es salida), y provocando un conflictivo cruce de los ríos de personas que llegan con los que esperan y salen. Las únicas voces que se escuchan, son "disculpe, con permisito, ai'le voy, me da chance de pasar...".
Luego de haber pasado el tumulto del ingreso, siguen otro tipo de caos, como el de documentar maletas en las líneas de "bajo costo" que cobran hasta por imprimir el pase de abordar, para que según ellos no paguemos por lo que no sabemos si vamos a necesitar. ¿Necesito pase de abordar ...mmm?
Ese día el abordaje de mi vuelo fue en "camioncito", el cual circula por partes traseras del aeropuerto en las que se pueden apreciar más obras tercermundistas en proceso. Noté por ejemplo que la iluminación colocada en partes del trayecto es con focos metidos dentro de baldes de plástico rojos colgados con alambres de los tapiales alrededor de construcciones y reparaciones en proceso eterno.
¿Por qué tienen que ser las cosas así?
Planear obras, hacer rutas críticas y exigir a los administradores del aeropuerto y a los contratistas estándares de calidad superiores, orden, limpieza y atención a los usuarios, no es un asunto de dinero, es de ganas de hacer bien las cosas, y aun si lo fuera, para eso pagamos la famosa TUA (Tarifa de Uso Aeroportuario) incluida en el costo de los boletos de avión, y que es de aproximadamente 287.29 pesos por persona para vuelos nacionales y de 33.47 dólares para vuelos internacionales, lo cual multiplicado por los millones de pasajeros que anualmente usamos esta terminal, es una verdadera fortuna.
Ya es hora de elevar miras, que Guadalajara deje para la historia su "alma de provinciana" y se convierta mejor en el "Alma de México®", de ese México moderno y de calidad superior que queremos y podemos ser.
"No es lo mismo la segunda ciudad de primera que la primera ciudad de segunda". Yo