De meones y ladrones
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La vida me ha enseñado que el éxito de nuestros emprendimientos, de nuestra vida personal, familiar y de la sociedad en general, dependen de la manera como resolvemos los problemas y dificultades que siempre, siempre, en mayor o menor grado se presentan.En otras palabras -y para convertir esta experiencia en una máxima o "frase célebre" como me gusta hacerlo- diría que "la calidad de vida depende de la calidad de soluciones que damos a los problemas". Hay quienes solucionan problemas creando otros, con ideas malas, tontas o costosas que complican aún mas las cosas; abren un agujero para tapar otro, y al no saber identificar las causas se dedican a arreglar los efectos. Tal es el caso de la estrategia que seguirá la Fiscalía del Estado para intentar frenar la oleada de asaltos bancarios: "clausurar los bancos que acumulen atracos" (Mural, Agosto 5,2016) Sí, leyó usted bien: Las sucursales favoritas de los asaltabancos podrían ser clausuradas. Así de fácil.

Si un lugar es asaltado con frecuencia, en lugar de reforzar la vigilancia e investigar, se cierra el establecimiento y "voilá", problema resuelto. No más asaltos a ese lugar, pero no porque se hayan capturado a los ladrones sino porque les quitaron un lugar favorito para cometer sus fechorías.

Cerrar una sucursal bancaria para que no asalten a sus clientes es como vaciar una alberca para que los bañistas no se orinen en ella.

Este tipo de medidas no solucionan los problemas, solo los mueven de lugar: Los ladrones asaltarán otras sucursales, y los meones se mearán en otras albercas, porque lo que ahuyenta a los delincuentes es la vigilancia y lo que inhibe a los meones es la educación. Además, especialistas en Derecho Penal aseguran que si la fiscalía cierra sucursales bancarias para impedir que sean atracadas, se excedería en sus facultades.

La primer responsabilidad de alguien que está al frente de un gobierno, de una institución, de una familia, o de lo que sea, es definir la realidad. Saber en donde estamos parados, para luego, y sin exageraciones ni ligerezas, buscar la mejor solución a los problemas que hubiere, y clausurar los lugares donde los delitos ocurren no parece ser la mejor forma para combatirlos.

¿Habrá que cerrar todos los restaurantes, bares, plazas comerciales, discotecas, estacionamientos, líneas de transporte, etc. que han sido asaltados varias veces y son preferidos por los ladrones?

¿Cerrarán todas la joyerías, agencias de autos de lujo, y cualquier establecimiento que maneje dinero y valores, porque son lugares en los que merodean delincuentes?

¿Habrán de cancelarse las ferias, verbenas, conciertos, eventos masivos, los parques públicos, las vias recreativas, etc. porque atraen a los carteristas, a los violadores y secuestradores, o podrían ser blanco de ataques terroristas?

Si así serán las cosas, encerrémonos los ciudadanos para que los delincuentes anden libres; pongamos exclusas, cámaras y guardias armados en todas partes; cancelemos muchas de nuestras libertades y derechos para quitarle a los bandidos la tentación y la oportunidad para asaltarnos y hacernos daño.

Pongamos toques de queda a la vida diaria, y quitémosle así a las autoridades el trabajo y la responsabilidad que tienen de garantizar nuestra seguridad, nuestra paz y nuestra tranquilidad.

No señor fiscal. No señor gobernador, no señores alcaldes. Su trabajo es vigilar, investigar y atrapar a los asaltabancos, a los asalta restaurantes, a los robacoches, a los moto-ladrones, etc. No cerrar los lugares donde nos asaltan y reducir nuestras libertades.

Debemos poder ir al banco que mas cerca nos quede, al restaurante que nos plazca, caminar en cualquier parte de la ciudad y a cualquier hora sin el temor de convertirnos en víctimas de algún delito.

Esos son nuestros derechos, y su obligación es garantizarlos.

Cerrar un negocio legítimo para evitar actividades ilegítimas es una mala idea que no soluciona nada; es una especie de suicidio empresarial que cancela libertades y que significa la rendición del Estado y el triunfo de la delincuencia.

"Si no pueden, renuncien" Alejandro Martí.