La tercera opción
Luego de las elecciones en Estados Unidos, en las que una persona fue capaz de manipular los odios y prejuicios de una sociedad, me pregunto: ¿es la democracia un fracaso?Montesquieu decía que el principio de la democracia es la virtud, y sin embargo ésta nació del dinero y la pólvora. Cañones y mosquetes destruyeron el castillo feudal e hicieron que los otrora orgullosos caballeros montados en corceles fuesen iguales a los aldeanos. La democracia le dio dignidad a lo numeroso.Hoy, en todas partes del mundo, las virtudes y los valores de la libertad y la igualdad que llevaron a las clases medias a la supremacía política están siendo pisoteados por manipuladores sin escrúpulos que explotan la ignorancia, los prejuicios y los odios de masas de votantes cada vez más grandes y por lo tanto con mayor capacidad para decidir el rumbo de una elección. Para explicar lo anterior encontré un término en inglés que vale la pena escudriñar. Me refiero a la expresión "biased", que si bien en español se traduciría como "prejuiciado" o "parcial", su significado en inglés es más amplio y se refiere a "todas aquellas acciones que apoyan o se oponen a una persona o cosa en particular de una manera injusta, permitiendo que las opiniones personales influencien nuestro juicio". Una persona parcial o prejuiciada (biased) sería aquella que tiene o muestra injustamente una tendencia a creer que ciertas personas, ideas, etcétera, son mejores que otras. Hay que hacer notar que lo que convierte en prejuicios o en actos discriminatorios las naturales inclinaciones, tendencias o favoritismos hacia algo o alguien es la injusticia detrás de ellos. Por ejemplo, preferir a las rubias no es un acto de discriminación hacia las morenas o viceversa. Prejuicio, discriminación o racismo sería que nuestra preferencia por unas impida a las otras competir en igualdad de circunstancias o ejercer algún derecho, cualquiera que sea, o que nuestro disgusto por algún tipo de personas se transforme en medidas para hacerles daño, para expulsarlos de la cuadra, del club o del país, o para eliminarlos de la faz de la Tierra. Y ejemplos hay muchos. Lo que hizo ganar las elecciones a Trump no fueron sus propuestas de gobierno, ni siquiera su carisma o trayectoria personal, sino el haberse convertido en una opción política para canalizar descontentos, prejuicios y odios. En México el entorno social y político no es distinto. El descontento es generalizado y la enorme mayoría del electorado ya está de alguna manera prejuiciada ("biased") a favor o en contra de algún partido, o en contra de todos. Me temo que en las próximas elecciones el voto mexicano será menos razonado que nunca, y serán ganadas ya sea por quienes logren convertirse en Trumps mexicanos, es decir quienes mejor canalicen los prejuicios y descontentos existentes (no incluyo los odios, porque a diferencia de Estados Unidos, creo que en México hay afortunadamente hasta ahora más prejuicios y descontentos que odios), o por quienes de manera fortuita resulten favorecidos por las extrañas e impredecibles combinaciones de la matemática electoral que el abstencionismo (y el estómago de los votantes) producen. El triunfo de Trump avergonzó a la mitad de los estadounidenses y al mundo entero, y mostró peligrosamente que la división y la confrontación son un camino efectivo para acceder al poder. Pero si de vergüenzas nacionales se trata, como decimos acá, los mexicanos "no cantamos mal las rancheras". Las circunstancias hacen que las siguientes elecciones en México sean la oportunidad para, de una vez por todas, levantar la cara y rescatar nuestra dignidad, o hundirnos más de lo que estamos, y sólo tendremos tres opciones: dar rienda suelta a nuestros prejuicios y descontentos; dejar que el azar y la apatía decidan nuestro futuro, o una tercera opción y que sería buscar, convencer y apoyar desde ahora líderes sociales dispuestos a entrar a la arena política, sea de manera independiente o, quitando prejuicios, a través de algún partido existente. Líderes que, aunque no tengan experiencia política (que como dijo Trump es mala experiencia), al menos tengan una sola cosa: probada calidad y estatura moral. Con eso me doy. "Los malos gobernantes son electos por buenos ciudadanos que no votan". George J. Nathan