Los niños y el arte
pexels-photo-26434.jpg

Siempre he pensado, y empíricamente constatado, que las experiencias artísticas despiertan o "conectan" en los individuos ciertas neuronas o circuitos del cerebro que los demás tienen dormidos, y por lo tanto son incapaces de experimentar determinados sentimientos y desarrollar habilidades creativas. Hace unos días leí lo que el escritor inglés Philip Pullman dijo al respecto, cuando recibió el más importante premio de literatura infantil, el Astrid Lindgren Memorial Award (La buena literatura da a los niños un lugar en el mundo, y al mundo, un lugar en los niños), y me pareció importante traducirlo y compartir algunos extractos en este espacio, ya que pocos son los que le dan valor e importancia a las artes y mucho menos en los niños, mas allá de considerarlas como meros pasatiempos o "hobbies" entretenidos para los ratos de ocio:

Los niños necesitan arte, historias, poemas y música de la misma manera que necesitan amor, comida, aire puro y juegos.

Si no damos a los niños comida, el daño ocasionado se vuelve visible inmediatamente. Si no dejamos a los niños jugar y tener aire fresco, el daño también es visible aunque no tan pronto. Si no damos a los niños amor, el daño lo vemos años después, y éste además es permanente.

Pero si no damos a los niños arte, historias, poemas y música, el daño, aunque es mas difícil de ver, está ahí. Sus cuerpos tal vez sean sanos, pero algo falta.

Es cierto que muchas personas crecen sin haberse encontrado con ningún tipo de arte, son perfectamente felices y viven una vida plena en hogares en los que no hay libros, no les importan las pinturas y no pueden ver la importancia de la música. Sí, hay gente así, y son buenas personas y buenos ciudadanos.

Pero otras personas, en algún momento de su niñez o juventud, o inclusive en su edad adulta, se topan con algo extraño para ellos. Un día les llama la atención una pintura, oyen un poema o escuchan a alguien tocar un piano, y los impacta tan fuerte y al mismo tiempo tan suave, que hasta se marean un poco porque nunca estuvieron preparados para ello.

Y de repente sienten un tipo de hambre, que momentos antes no tenían. Sienten la necesidad de algo tan dulce y delicioso que casi les rompe el corazón.

Sienten ganas de llorar, se sienten al mismo tiempo tristes y felices, solos y bienvenidos por esta absoluta y extraña experiencia, y tratan de poner atención al poema, no quitan la vista de la pintura, o se acercan a escuchar el piano. Quieren eso, lo necesitan como una persona hambrienta necesita comida, y nunca lo supieron. No tenían idea.

Así es, así siente un niño cuando se topa accidentalmente con la música, la pintura o la poesía. Si un niño no se encuentra nunca con el arte, puede pasar toda su vida y sin saberlo, en un estado de inanición cultural.

Los efectos de la inanición cultural (e intelectual diría yo) no son dramáticos ni rápidos. No se ven a simple vista. Y si no fuera por la casualidad, muchas personas jamás llegan a experimentar las artes, y se sienten satisfechas sin ellas.

Si de la noche a la mañana todos los libros, toda la música y todas las pinturas del mundo desaparecieran, no les harían falta. Ni siquiera se darían cuenta.

Pero esa hambre existe en los niños, y frecuentemente permanece insatisfecha porque nunca ha sido despertada. Muchos niños en todas partes del mundo carecen de aquello que alimenta y nutre el alma.

Decimos que todos los niños tienen derecho a la alimentación, a un techo, a la educación, a la salud, etcétera, pero igual debemos decir que un niño tiene derecho a la cultura. Debemos entender que sin historias, sin poemas, sin pinturas y sin música los niños pasarán hambre.

La cultura y las artes en general deben ser vistas al mismo tiempo como un derecho y una obligación. Hacen a quienes las practican o viven a su alrededor, personas distintas, más sensibles, más humanas, más cuidadosas, pacientes y disciplinadas; personas genuinas, seguras de sí mismas y con mente abierta.

Cualidades y características humanas que cada vez se necesitan más en este egoísta, cruel y caótico mundo en que vivimos.

"Un artista jamás será terrorista". Yo