¿Ojo por ojo?
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La historia nos cuenta que en las sociedades primitivas los hombres se hacían justicia por sí mismos y nada había que atemperara la ira del agraviado. Las represalias eran ilimitadas y no guardaban proporción con el daño causado. Después hubo un progreso. Vino la llamada ley del talión con la célebre fórmula del "ojo por ojo y diente por diente". Pese a lo bárbara que hoy nos parece, ella representó un gran avance en comparación con la venganza ilimitada anterior. (El término "talión" deriva del adjetivo latino talis-tale, que significa igual o semejante, y hace referencia a la proporción que deben guardar el delito y la pena).

La ley de talión cayó en desuso porque se volvió inaplicable en muchos casos. ¿Cómo privar al ladrón de los bienes que no posee? ¿El tuerto que saca un ojo al hombre que tiene los dos será condenado a perder el que le queda?

El principio de proporcionalidad entre el daño inferido y las penas impuestas por el Estado no debe ser tomado literalmente, debe ser balanceado con otro principio, el de una justicia benevolente, humanizada pero no ingenua, como sería aplicar literalmente lo que Jesús propuso en el Sermón de la Montaña: poner la otra mejilla cuando alguien nos abofetea.

La finalidad de las penas debe ser el no permitir que el infractor continúe haciendo daño a los ciudadanos o desafiando el marco legal de la sociedad. Por consiguiente, las penas y el método de infligirlas deben elegirse de forma tal que guardada la proporción produzcan la impresión más eficaz y duradera en los ánimos de los hombres, y la menos atormentadora sobre su cuerpo.

En otros ámbitos se habla de la ley del talión para significar el "ajuste de cuentas", el ejercicio de la venganza o la instrumentación de la represalia por un gobierno, un partido o una persona contra sus adversarios, y devolver los agravios u ofensas recibidas "golpe por golpe".

Todo este relato viene a colación porque las amenazas y agresiones que el nuevo Gobierno estadounidense ha puesto sobre la mesa nos están obligando a regresar a las épocas de la ley del Talión, como lo anunció el Secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray: "Cualquier arancel que se imponga a México desde Estados Unidos será respondido de la misma forma y severidad", y además escogiendo cuáles les duelen más.

(Para su información, la SRE clasificó desde 2016 a EU como nación hostil).

Lo peligroso de que las relaciones entre México y Estados Unidos sean de retaliación, desquites y represalias, es que los daños colaterales a las empresas y ciudadanos de ambos países son injustos y en muchos casos irreparables.

En ese camino cada vez habrá más mexicanos que odien a Estados Unidos y estadounidenses que odien a México, y como los países son entes abstractos, los rencores y resentimientos se dirigen y materializan en personas inocentes que muchas veces ni siquiera están de acuerdo con las políticas de sus gobiernos.

¿Quién puede hacer entender al señor Trump que entrar en una deshumanizada dinámica de ojo por ojo se convertirá en una relación perder-perder que además sembrará odios y sed de venganza en generaciones completas?

Así ocurrió y sigue ocurriendo en distintos e históricos conflictos internacionales, como el árabe-israelí, el indo-pakistaní, el serbio-albanés, entre chiitas y sunitas, entre cristianos y musulmanes en Sudán y la República Centroafricana, en Yemen, Somalia, etcétera, y aunque suene remoto o imposible, lo que se está gestando es un nuevo, grave e indeseable conflicto méxico-estadounidense.

Si bien estoy de acuerdo que ante las agresiones de la Administración trumpiana, México no puede poner la otra mejilla, y en materia comercial se verá obligado a aplicar la ley del talión, creo que en paralelo debería iniciarse una campaña conjunta entre México y las organizaciones, gobiernos estatales y políticos estadounidenses afines, para frenar políticas divisivas que nos afectarán social y económicamente a todos, y evitar que la enemistad, el encono y el desprecio mutuo se enquisten en ambos lados de la frontera.

"Las personas fueron creadas para ser amadas. Las cosas para ser usadas. La razón por la que el mundo es un caos es porque las cosas son amadas y las personas usadas". Dalai Lama