Milagro mexicano
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Vine a Alemania invitado a visitar la llamada Aquademie (Academia del Agua) de una de las más importantes fábricas de grifería del mundo, ubicada en la región montañosa del sureste alemán conocida como Selva Negra. Camino a ella pasamos por pintorescas poblaciones ubicadas sobre suaves colinas de pastos verdes que me recordaron escenas de la película The Sound of Music (La Novicia Rebelde) y la melodía de la canción "Edelweiss". Debo decir que el común denominador de todos los lugares por donde pasamos era orden y limpieza. Cada cosa en su lugar, señalizaciones perfectas, ningún residuo de escombro o basura, y todos los pobladores haciendo con cuidado y esmero los trabajos que les corresponden, en un país que en 1945 estaba destruido, y que en un par de generaciones se convirtió en una potencia mundial.

No pude sino pensar ¿por qué en México no podemos hacer algo similar? ¿Por qué no podemos emular de alguna manera este milagro Alemán, o el milagro Japonés, Israelí, Chileno..., o milagros asiáticos como el de Singapur, que en apenas cinco décadas elevó su Producto Interno Bruto de 500 dólares a 56 mil dólares per cápita, y tantos países más que en relativamente corto tiempo se han convertido en ejemplos de educación y progreso?

La respuesta la encuentro en dos cosas que tienen efectos positivos y duraderos sólo si concurren de manera simultánea: la importancia central de la educación y una aplicación "draconiana" de las leyes, cuya violación es castigada severamente. Podría decir que la fórmula de estos "milagros" es: Educación más Cero Impunidad es igual a Milagro (E + 0= M).

La idea de cero impunidad tiene que ver con una pregunta que hace tiempo hice en este mismo espacio: ¿de qué sirve una ley si llegado el momento no se aplica y absolutamente nadie está dispuesto a asumir y pagar las consecuencias de sus actos, como se supone debe hacerlo un adulto?

Para que el milagro mexicano tenga alguna oportunidad de ocurrir necesitamos crecer y madurar como ciudadanos. Dejar de comportarnos como niños que piden clemencia cada vez que violan las reglas y tratan de salir impunes de sus travesuras, las cuales en la vida adulta son más bien delitos con implicaciones y consecuencias graves para todos.

México es un país en el que la aplicación de la ley depende de cálculos político-electorales, de los intereses económicos que puedan verse afectados, y del nivel de presión que se ejerza para que la ley no sea aplicada, lo cual es posible con plantones, vandalismos y bloqueos que desquicien ciudades enteras.

Somos una sociedad ajena al sentido común y a las normas de convivencia generalmente aceptadas. Un país inclasificable. Único en su tipo. Un país sin igual. "Como México no hay dos" decimos cuando queremos señalar la personalidad y características de nuestra identidad nacional.

Pero desgraciadamente todos los diferenciadores que nos hacen únicos e irrepetibles no siempre son para bien, y con frecuencia nos colocan más en el terreno de lo chusco, ameno y anecdótico que en el terreno del liderazgo serio, comprometido y de mejores prácticas.

En la vida cotidiana las leyes no son iguales para todos. Para los que más tienen, las influencias cuentan y la corrupción e impunidad producen dividendos, mientras los que menos o nada tienen, se ven obligados ya sea a tragarse las injusticias y convertirse en víctimas del sistema, a organizar manifestaciones lo suficientemente violentas y perturbadoras para hacer valer por la fuerza sus derechos, o en última instancia a entrarle de lleno al sistema oficial de corrupción e impunidad que acompaña siempre a la delincuencia y al crimen organizado.

El milagro mexicano sólo ocurrirá si quienes ejercen el poder se vuelven implacables en la aplicación de la ley, y mediante un Estado policiaco honesto y cuasimilitar, como existe en los "países milagro", logran permear a la sociedad el miedo suficiente a los castigos que la violación de las leyes implican, de manera que a partir de ese momento, los idiotas sean quienes se arriesgan a violar las leyes, en lugar de que los idiotas seamos los que siempre las respetamos, como hasta ahora ha sido.

"La injusticia en alguna parte es una amenaza a la justicia en todas partes".

Martin Luther King