¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡PÁRENLE YA!!!!!!!!!!!!

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡PÁRENLE YA!!!!!!!!!!!!
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En medio de tantos escándalos, de tanta contaminación visual, auditiva y ambiental, he llegado a la nada agradable conclusión de que los seres humanos y la sociedad en general, lo único que realmente escuchamos son gritos. Las autoridades sólo responden si gritamos o hacemos un escándalo enorme. México sólo oye gritos. Gritos de desesperación, de coraje, de dolor y hasta de Independencia.

Decir las cosas por escrito, en calma o por canales institucionales no tiene efecto alguno. Es la violencia, la estridencia, la que nos mueve.

Una carta, una opinión editorial, un desplegado, una reunión para explicar o hacer ver las cosas que están mal, sirven igual que los buzones de quejas, para nada. Es tal la soberbia, la cerrazón y el nivel de corrupción, que la única manera de hacerse oír es rompiendo cristales, causando estragos, bloqueando calles y aeropuertos, dañando a terceros.

Las manifestaciones pacíficas son de causas perdidas. Las violentas son las únicas que logran algo, y normalmente las hacen quienes buscan mantener canonjías (dinero), privilegios (dinero) o poder político (dinero).

Y como la personalidad, la cultura y educación de los ciudadanos comunes y pacíficos, que lo único que queremos es vivir y trabajar en paz, impide manifestarnos de forma escandalosa, es que nunca seremos realmente escuchados.

Los diputados que supuestamente nos representan, y por medio de los cuales deberíamos canalizar nuestras inconformidades, no trabajan para nosotros sino para ellos mismos y sus grupos de poder, lo que nos deja a los ciudadanos en un estado de indefensión, a merced de las circunstancias y atrapados en una vorágine de ambiciones políticas y económicas, y que para el caso son lo mismo.

Somos simples causantes cautivos que todos los días nos enteramos de algún nuevo y descomunal desfalco al erario, y que sólo servimos para mantener los privilegios y el ofensivo cinismo de unos cuantos.

El escenario social es de inconformidad generalizada, y la forma de comunicarnos con el gobierno (y entre nosotros mismos) es a gritos y sombrerazos que paran sólo cuando algo realmente grave sucede o cuando alguien tira un balazo al aire para calmar los ánimos y regresar a todo mundo al orden.

Como en lugar de pistola tengo pluma, y en lugar de balas tengo palabras, la única manera de plasmar la estridencia necesaria para hacer entender a la clase política que las cosas no pueden seguir así, que llegó la hora de ponerle fin a la corrupción, a la impunidad y a la rapiña oficial, es con una andanada de signos de admiración que expresan el hartazgo y sentir ciudadano:

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡PÁRENLE YA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Cada signo de admiración equivale a un vidrio roto, a un plantón, a una calle o carretera bloqueada, a un autobús quemado, a una escuela cerrada, y su puntiaguda forma intenta romper oídos y penetrar mentes cerradas.

La cantidad de abusos y la falta de voluntad política para realmente cambiar ha mandado ya a la sociedad el nefasto mensaje de que sólo la violencia produce cambios. Esto es peligroso, no es exclusivo de México y es lo que políticos oportunistas en todo el mundo explotan a su favor.

La enorme mayoría de ciudadanos somos pacíficos, honestos, trabajadores y sin el tiempo ni la disposición para exigir cambios con métodos violentos. No es posible que para poder ser lo que somos tengamos que convertirnos (aunque sea temporalmente) en lo que no somos.

¿Qué tiene que pasar para que la clase política entienda que no pueden tener ellos un mundo de privilegios mal habidos? ¿Cuántos muertos, cuántas migraciones forzadas más tiene que haber, cuántas generaciones más se tienen que perder para que las ambiciones desmedidas de dinero y poder y los fanatismos religiosos terminen?

En el mundo actual es tal el nivel estridencia necesario para que los gobiernos reaccionen, que me preocupa que sólo una bomba nuclear nos haga escuchar a todos, si es que queda alguien vivo para seguir oyendo. Sólo espero que la razón se imponga a la explosión.

"Los que hacen imposible una revolución pacífica, harán inevitable una revolución violenta". John F. Kennedy