Lanzar piedras
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Parece que el Presidente Enrique Peña Nieto no comprende que en el tema de la corrupción no puede hacer generalizaciones que nos equiparen o incluyan a todos por igual. Al inaugurar la Semana Nacional de Transparencia 2016, el Presidente dijo que "si hablamos de corrupción, no hay nadie que pueda aventar la primera piedra".

Según el Presidente, "todos somos parte de un modelo que hoy estamos desterrando y deseando cambiar, para beneficio de una sociedad que es más exigente y que se impone nuevos paradigmas".

Analicemos pues el tema, porque muchos de nosotros nos sumamos a lo que bien le respondiera el abogado y profesor en la Universidad Iberoamericana, Miguel Pulido: "a mí no me incluya, el corrupto es usted", diciéndole además que "con la ligereza y falta de reflexión que lo caracterizan no sólo nos llamó a todos corruptos, además equiparó todas las conductas indebidas como si fueran una misma".

Yo no digo que no haya ciudadanos corruptos, claro que los hay y muchos, pero en el modelo de corrupción al que se refiere el Presidente, la enorme mayoría de ciudadanos no participamos por voluntad propia, sino como víctimas de funcionarios corruptos, de la ineptitud, de abusos de autoridad o de extorsiones oficiales.

Decir que una persona es corrupta porque pagó para evitar un abuso de autoridad, es como decir que alguien que mató en defensa propia es un asesino.

Una persona corrupta es la que da dinero para violar la ley (ilegalidad) o para que no se la apliquen (impunidad). Una víctima de la corrupción es a la que le sacan dinero para evitar un abuso (extorsión) o para aplicarle la ley en tiempo y forma (eficiencia). La diferencia ética es enorme.

Hace mucho tiempo escribí un artículo en este mismo espacio, que titulé "Corrupción en defensa propia", refiriéndome al conflicto ético que surge cuando la decisión de no dar dinero a un funcionario público o a sus intermediarios produce graves y desproporcionadas consecuencias o se convierte en una especie de suicidio económico.

Algunos puristas dirán que en todos los casos la única opción viable es la denuncia. Sí, la teoría es correcta, pero no siempre es factible o sensata, pues depende de la situación y gravedad de las consecuencias, y que pueden ser desde afectaciones económicas de distintas magnitudes, hasta terminar injustamente en la cárcel.

Guardadas las proporciones, es como decidir entre pagar el rescate de un secuestro o denunciar en un sistema de justicia en el que no hay ninguna garantía de que el bien prevalecerá y el delincuente será castigado; en el que siempre habrá algún tecnicismo a favor de la autoridad para justificar su proceder; en el que los daños y perjuicios ocasionados nunca serán resarcidos, y en el que las venganzas son un riesgo latente.

Todos sabemos que cuando de demandas a la autoridad se trata, si acaso ganamos algo es el lujo de mantener nuestra dignidad (a menos que estemos dispuestos a bloquear carreteras y aeropuertos).

Los huecos de la ley y las marañas del sistema propician la corrupción y se convierten en la oportunidad de los funcionarios para extorsionar ciudadanos.

Si alguien lleva a cabo un trámite fundamental para la operación de sus negocios, la lentitud o las negativas por motivos absurdos aparecen junto a los intermediarios, que con una cantidad de dinero (siempre proporcional al daño causado) lo arreglan en tiempo y forma. Hasta en simples incidentes de tránsito nos amenazan con llevarse el auto y complicarnos la existencia.

Sí, señor Presidente, todos estamos de alguna manera involucrados en el modelo de corrupción actual, pero no como parte de los funcionarios rateros y abusivos del modelo, sino como sus víctimas, condición que no da el derecho moral de lanzar la primera y demás piedras.

La enorme diferencia ética es que en ese modelo de corrupción (y en esto sí que podemos generalizar) si acaso llegamos a pagar no es para violar la ley, sino para que nos la apliquen correctamente y sobrevivir así las circunstancias.

Una amiga docta en la materia me dijo hace tiempo algo al respecto, que vale la pena repetir: "La ética tiene el objetivo de ayudarnos a tomar decisiones, de hecho las mejores decisiones posibles 'in a lousy world'".

"La corrupción es enemiga del desarrollo" Pratibha Patil