Pena de muerte
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Todos los días nos enteramos en los medios de algún nuevo desfalco a las arcas públicas, de lujosas propiedades a nombre de familiares, amantes, secretarias y choferes de algún político, de toda clase de desvíos, extorsiones, moches, sobornos, etc. y hasta de fraccionamientos y clubes hípicos de esposas de funcionarios que "merecen" todo. Una nota publicada en mayo del año pasado y que pasó prácticamente inadvertida en México, supongo que porque estas ideas no les convienen a los políticos, decía que "el Tribunal Popular Supremo de China y la Fiscalía del Estado instauraron la pena de muerte a líderes corruptos que malversen o reciban sobornos superiores a los 463 mil dólares".

Lo interesante de esta ley es que si el acusado confiesa el delito o devuelve el dinero malversado, la pena capital se suspende, lo que significa la conmutación por cadena perpetua, que es la condena habitual para los casos de corrupción en China.

Adicionalmente, los altos cargos pueden ser juzgados por complicidad si no denuncian la corrupción de colegas cercanos, incluso si estos forman parte de su familia.

La nota terminaba diciendo: "Mientras que en México los políticos corruptos huyen en helicópteros (...) y, si acaso son detenidos es por medio de autoridades extranjeras, los chinos acaban de aprobar la pena de muerte a sus políticos corruptos".

Luego de esto, el Primer Ministro chino, Wen Jiabao, recomendó a los países emergentes aplicar la pena de muerte para crímenes comprobados.

"Ninguna sociedad honesta y trabajadora merece vivir con tanto miedo. La eliminación de criminales peligrosos atemoriza al resto de delincuentes.

"(Con la pena de muerte) crecerá la seguridad pública, su gasto se reducirá drásticamente, y a futuro se reflejará en la cultura y comportamiento de las personas".

Los políticos corruptos merecen severos castigos, dijo. "Ustedes no los castigan, principalmente a los del régimen de turno, que diezman las arcas públicas. En China: pena de muerte y devolución.

"(...) El político debe entender que es un funcionario público obligado a entregar su trabajo y conocimientos en beneficio de su país y no un 'rey'".

Así, ¿o más claro?

Este es un tema que debe ponerse en la discusión pública para hacer algo contundente al respecto, porque ningún fiscal anticorrupción tendrá jamás la fuerza disuasiva que la pena de muerte tiene.

En México ninguna pena o sanción disuade a nadie. Y no es así, porque todo mundo sabe que si viola cualquier ley, si roba, extorsiona, desfalca, secuestra y hasta mata, con dinero e influencias es muy probable que nada le pase, o que las penas a pagar sean mínimas.

La sociedad mexicana ya no cree ni confía en su Gobierno; no respeta las instituciones y no cree en sus leyes.

Nos acostumbramos al desorden oficial y vemos normal la corrupción, las amenazas y el deterioro de los servicios públicos.

La corrupción es tan grave que afecta e impide la vida normal de muchas regiones y amenaza el futuro como País y como sociedad.

La situación amerita medidas extraordinarias, y el instaurar la pena de muerte a los corruptos, es una opción que no debe descartarse.

Lo veo como un asunto de seguridad nacional que hace necesario declarar el estado de emergencia. Como si estuviéramos en guerra, en este caso contra la corrupción y la impunidad (narcos involucrados).

¿A qué le tenemos miedo?

Algunos dirán que a Dios. Yo le tendría más miedo a que la misma corrupción termine exonerando delincuentes y matando inocentes. Pero veo más fácil de solucionar esto último y prefiero correr ese riesgo, a continuar viviendo en un estado corrupto hasta los huesos en el que las probabilidades de morir en manos de un delincuente son mayores que las de morir en manos de un tribunal especial que nos condene a muerte.

Quienes se oponen a la pena capital por la razón que fuere, recuerden que si hacemos como en China, con solo confesar el delito y devolver lo malversado, la pena de muerte se conmutaría por cadena perpetua.

De esta manera, la decisión de vivir o morir estaría en manos del propio delincuente, por lo que llegado el caso, más que considerar el hecho como un asesinato, habría que verlo como un suicidio asistido.

"Mucha gente viviría hoy si hubiera pena de muerte". Nancy Reagan